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SALVADOR, BRASIL - Cuando a Greicy Alves, una mujer de 30 años de edad, le diagnosticaron una infección por el virus del Zika en su primer trimestre de embarazo, no le dio gran importancia. Al igual que muchas otras mujeres, no estaba consciente de la creciente alarma que ya existía por la enfermedad. Sin embargo, para el momento en que nació su hijo, Gabriel, el Zika ya había sido declarado una emergencia de salud global. “Y fue en ese momento que me enteré de las consecuencias del Zika”, recuerda.

“Fue unos cinco días más tarde que me di cuenta del tamaño de su cabeza en comparación con otros recién nacidos. Ése fue el momento en que me di cuenta de la realidad”.

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Gabriel tiene microcefalia, uno de los defectos de nacimiento más alarmantes asociados con el virus del Zika. Los niños y niñas con  microcefalia presentan cráneos más pequeños, una condición que puede traducirse en un crecimiento cerebral irregular, dificultades del aprendizaje, epilepsia y otros problemas.

De los 62 países en  los que se han reportado casos del virus del Zika transmitido por mosquitos en el último año, Brasil es el más afectado. De acuerdo con el Ministerio de Salud, al 9 de julio de este año se habían reportado 1,709 casos de microcefalia y otros trastornos del sistema nervioso vinculados al Zika. Los estados más afectados, Bahia y Pernambuco, han reportado 268 y 369 casos confirmados respectivamente.

Las mujeres pobres y marginadas se han visto afectadas por la epidemia de manera desproporcionada. Mujeres como la Sra. Alves –que habita en el vecindario de Calafate, a las afueras de Salvador, la capital de Bahia–  ya de por sí tenían un menor acceso a servicios de salud reproductiva, incluyendo anticonceptivos y servicios de atención prenatal. Y ahora las mujeres con hijos afectados por el Zika están teniendo problemas para encontrar apoyo.

“¿Te dio el Zika?”, Marta Leiro, una residente de Calafate, le preguntó a su amiga Eunice.

Y Eunice, a manera de broma, le respondió con un comentario mordaz: “Me dio el Zika. A mí ya me ha dado todo aquello a lo que los pobres tienen derecho”.

Necesidad de apoyo

La Sra. Alves fue la primera madre de Calafate en tener un bebé afectado por el Zika. Como madre soltera, con pocos recursos y todavía menos apoyo, tuvo que enfrentar situaciones de estigma y humillación. “Los prejuicios también nos afectan a nosotras”, le comentó al UNFPA. “Todo el mundo voltea a verte y comienza a murmurar. En un principio todo eso me molestaba mucho, pero ahora ya no me importa”.

Fue difícil encontrar ayuda para su hijo, que necesita atención especializada. Pero también ella necesitaba apoyo. “Además de ser madre es una mujer. Ella tiene su propia vida, además de otro hijo que mantener, pero nadie se ocupaba de ella”, afirma Azânia Correia. “Y no es [solamente] la mamá de un niño con microcefalia. Es Greicy. Ella tiene un nombre”.

Al igual que la Sra. Leiro y Eunice, la Sra. Correia es integrante del Colectivo de Mujeres de Calafate, una organización aliada del UNFPA que tiene como objetivo poner fin a la violencia de género y promover la salud y los derechos de las mujeres. El UNFPA está trabajando con ese colectivo para mejorar el acceso por parte de las mujeres locales a servicios salud reproductiva, incluyendo canalizaciones a servicios de atención especializada para mujeres embarazadas con la enfermedad del Zika.

Incremento en la demanda

“Si consideramos las áreas geográficas con la incidencia más alta del virus del Zika, que se encuentran en la región pobre del noreste, además de las características de la población más afectada –las mujeres, las y los jóvenes y las personas afrodescendientes– podemos concluir que la epidemia del Zika no sólo es una emergencia de salud pública, sino también el resultado de las inequidades sociales que aún persisten”, afirmó Jaime Nadal, el representante del UNFPA en el Brasil. “El Zika es el resultado de la falta de acceso universal a servicios de salud sexual y planificación familiar”.

El UNFPA estima que existen alrededor de 4 millones de mujeres con una necesidad de planificación familiar insatisfecha. Y desde que se presentó el brote del Zika, la demanda de servicios de salud sexual y reproductiva se ha incrementado.

Cláudia Santos de Jesus tiene siete meses de embarazo. Ella vive a una cuadra de la Sra. Alves. “Jamás pude conseguir una cita en la clínica. El médico siempre tenía su agenda llena. Y fue sólo después de cinco meses que finalmente pude ver a un médico”.

El Zika es una preocupación constante en la sala de espera. “En el centro de salud hemos visto situaciones en las que una madre llega escondiendo la cabeza [de su bebé] para evitar que la gente lo vea o haga preguntas. Algunas personas de cualquier manera lo hacen, y la madre se siente avergonzada. En aquellos casos en los que la madre enfrenta a la persona, la situación no es nada agradable”, afirma la Sra. Santos de Jesus.

Pero ella piensa que es afortunada. “El día de hoy me siento aliviada, ya que las pruebas confirmaron que mi bebé se encuentra en perfectas condiciones”, le dijo al UNFPA.

El sueño para Gabriel

El UNFPA se encuentra trabajando con funcionarios estatales y municipales con el fin de responder a estas demandas crecientes. También ha establecido alianzas estratégicas con Canadem, DFID/UK, la Fundación Oswaldo Cruz y con el gobierno de Japón para mejorar el acceso a información y servicios de salud reproductiva, además de incrementar el acceso a métodos anticonceptivos. Esta asociación está dirigida de manera prioritaria a las mujeres más vulnerables, como es el caso de las adolescentes y las mujeres afrodescendientes que viven en aquellas áreas con la incidencia de microcefalia más alta.

Y la Sra. Alves recientemente se integró al Colectivo de Mujeres de Calafate. Tantoella como Gabriel ahora cuentan con más apoyo de su comunidad. Cada vez que ella trae a Gabriel para participar en actividades, otros miembros del colectivo le ayudan a cuidar de él.

En una de las sesiones de terapia de Gabriel, la Sra. Alves conoció a otras madres de niños con microcefalia. Todas ellas se integraron a un grupo de apoyo para compartir sus experiencias. “Mi sueño es ver a Gabriel caminar, hablar, correr,  de modo que pueda quejarme de sus travesuras tal como lo hago con mi hijo el más grande”, afirmó la Sra. Alves.

Si desea obtener mayor información acerca del virus del Zika, le sugerimos visitar los siguientes enlaces:

Organización Panamericana de la Salud

Recursos Adicionales

Redes Sociales

Texto y Fotos: Tatiana Almeida