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ANTIGUA, GUATEMALA (29 de agosto de 2012) - Guatemala es sede de la Reunión Regional de Cooperación Sur-Sur entre países Andinos y Centroamericanos: Prevención del Embarazo Adolescente y la Violencia Sexual, que se realiza del 29 al 31 de agosto con el propósito de reconocer la experiencia y resultados exitosos del Plan Andino de Prevención del Embarazo en la Adolescencia (PLANEA) y el Proyecto Regional de Reducción de la Impunidad, acceso a la Justicia y prevención de la Violencia Sexual. Esta reunión auspiciada por la Oficina Regional para América Latina del Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA y la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo, AECID, permitirá recuperar lecciones aplicables a las realidades Latinoamericanas que afectan la vida de miles de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes en nuestros países.
 
La inauguración de la actividad contó con la presencia de Leonor Calderón, Representante de UNFPA en Guatemala; Belén Rrevelles, Coordinadora General Adjunta de la Cooperación Española; Caroline Chang, Secretaria Ejecutiva del Organismo Andino de Salud – Convenio Hipólito Unanue (ORAS-CONHU); Rolando Hernández, Secretario Ejecutivo del Consejo de Ministros de Salud de Centroamérica y República Dominicana (COMISCA); Alma Virginia Camacho, Asesora Técnica Regional en Salud Sexual y Reproductiva de UNFPA y Luz Elizabeth Lainfiesta, Ministra de Desarrollo Social de Guatemala.
 
Los niveles de fecundidad adolescente en la región de América Latina y el Caribe rebasan ostensiblemente la media mundial, y es la región del mundo en que los nacimientos de madres adolescentes representan la mayor fracción del total de nacimientos (media mundial 13%, en América Latina y el Caribe 18%).
 
En diversos países centroamericanos, aproximadamente el 50% de las mujeres de 15–24 años de edad ha tenido relaciones sexuales al cumplir los 15 años. Existen grandes diferencias según el nivel educativo, el lugar de residencia y las condiciones socioeconómicas y étnicas: el porcentaje es mayor en las zonas rurales, en los grupos indígenas y entre los jóvenes con los niveles más bajos de educación.
 
Cerca del 90% de los jóvenes de América Latina y el Caribe reportaron conocer al menos un método de anticoncepción. Sin embargo, entre el 48% y el 53% de los jóvenes sexualmente activo nunca usaron anticonceptivos. Entre los que habían utilizado un método anticonceptivo, aproximadamente el 40% no lo hacían de forma regular.
 
Las adolescentes son especialmente vulnerables a la violencia, sea física, verbal o sexual en la esfera pública y la privada. La violencia atenta directamente contra los derechos de las adolescentes a la seguridad, la libertad y la integridad física y limita notablemente el acceso a todos los derechos sexuales y reproductivos. En algunos países de ALC se informó que entre el 15% y el 40% de las jóvenes tuvieron su primera relación sexual bajo coacción y sin posibilidades de protección, exponiéndolas así a embarazos no planificados.
 
A pesar de un descenso en las tasas de fecundidad adolescente, los países de Centroamérica aún tienen las tasas más altas de América Latina (Honduras 137, Nicaragua 120, Guatemala 114 y El Salvador 96 por 1000 mujeres de 15-19 años). En Centroamérica, de dos quintos a la mitad de las mujeres tienen su primer hijo en la adolescencia. La falta de oportunidades económicas y educativas para las mujeres y las normas tradicionales que respaldan la maternidad temprana pueden ser algunos de los factores determinantes.
 
El plazo para lograr las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) es el 2015. Con ese horizonte cercano, los Estados de América Latina y el Caribe deben continuar trabajando junto a socios clave para prevenir el embarazo adolescente y superar las barreras para que cada joven pueda ejercer una sexualidad saludable y responsable. Para ello se requieren compromisos políticos de alto nivel y amplias alianzas multisectoriales. La prevención del embarazo adolescente es clave para avanzar hacia el cumplimiento de los ODM, pues contribuye a romper el ciclo de la pobreza, a disminuir la mortalidad materna y neonatal y a promover el bienestar físico y psico-social de las adolescentes, promoviendo el desarrollo.