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TEGUCIGALPA, Honduras - A medida que los países hacen frente a la pandemia de la COVID-19, las comunidades indígenas y afrodescendientes se encuentran entre las más vulnerables, y muchas de ellas enfrentan situaciones de pobreza, acceso limitado a servicios de salud y poca información. En Honduras, los miembros de estas comunidades están trabajando juntos para asegurarse de que la información y los recursos lleguen a las personas más vulnerables.

"Hemos tenido que ser creativos en estos momentos", afirma Yimene Calderón, líder de la Organización de Desarrollo Étnico, que se encuentra trabajando con la comunidad garífuna para crear consciencia acerca de las medidas para evitar el contagio y ofrecer apoyo a los hogares que lo necesitan y sobre todo en su idioma. En lengua garífuna, “Chibabei buhabu buidu lau sabun”significa “lávate bien las manos con jabón”, esta es una frase, indispensable a la hora de prevenir el contagio por COVID-19.

"Estamos siendo resilientes, acudiendo a nuestra medicina y alimentos tradicionales, y buscando apoyo y solidaridad para acceder a las ayudas del gobierno, no de manera individual, sino como colectivo, actuando en red", afirma.  

Las comunidades indígenas y afrodescendientes se han visto severamente afectadas

Algunos miembros de la comunidad garifuna viven en áreas aisladas con poco acceso a servicios de atención medica. @UNFPA Honduras
Algunos miembros de la comunidad garifuna viven en áreas aisladas con poco acceso a servicios de atención médica. @UNFPA Honduras

Al día de hoy se han confirmado más de 1,800 casos de la enfermedad en Honduras. El brote se ha concentrado a lo largo de la costa norte del país, en donde habita una gran parte de la población garífuna.

La comunidad garífuna tiene sus raíces en el mestizaje de grupos indígenas y afrodescendientes. Muchos hogares son encabezados por mujeres o abuelas, y en muchos de ellos uno o ambos progenitores están trabajando en el extranjero para enviar dinero a casa. Tal como sucede en otras comunidades afrohondureñas e indígenas, algunos vecindarios y hogares carecen de energía eléctrica, acceso a internet y agua potable. La inseguridad alimentaria es algo común, y muchas personas carecen de acceso a servicios de salud por la distancia o porque estos no son accesibles económicamente.

Todas estas vulnerabilidades se han visto acentuadas como resultado de la pandemia.

Sus principales fuentes de ingreso, que provienen de remesas, el turismo y pequeños emprendimientos, se han visto seriamente afectadas. Para las personas más vulnerables puede resultar difícil practicar el distanciamiento social o el lavado de manos frecuente, entre otras medidas de prevención de enfermedades.

Pero estas comunidades también están demostrando ser resilientes.

Las comunidades entran en acción

Las comunidades afrohondureñas e indígenas han sumado esfuerzos para contener la propagación de la COVID-19. Como parte de un trabajo conjunto con el UNFPA y la Organización Panamericana de la Salud, han traducido material informativo para prevenir enfermedades no solo a la lengua garífuna, sino también a las lenguas Misquito, Tawahka y Chortí. Esta información es usada por personal sanitario, emisoras de radio comunitarias, programas de televisión y jóvenes, con el fin de promover conductas seguras.

Los miembros de estas comunidades también fabrican sus propios cubrebocas y han acudido a sus alimentos y medicina tradicionales.

"Hemos coordinado chats con grupos de médicos, personal de enfermería y personal sanitario en la comunidad garífuna", afirma Suamy Bermúdez, un médico garífuna que se encuentra trabajando con otros médicos para desarrollar una campaña que permita llegar a hogares aislados con acceso limitado a servicios de salud.

Esa campaña ofrecerá información sobre la prevención de enfermedades y medicina tradicional a través de chats, conferencias y manuales. También abordarán el tema de los derechos de las personas indígenas. 

"En Honduras históricamente las poblaciones más vulnerables han tenido que enfrentar la segregación y la falta de inversión en asuntos de salud", afirma Kenny Castillo, comunicador de la Dirección de Pueblos Indígenas y Afrohondureños (DINAFROH), de la Secretaria de Desarrollo e Inclusión Social.  

"Se han abierto canales para analizar la situación, desarrollando diálogos para tratar el tema de la COVID-19, pero también el escenario pos-COVID en el que las comunidades deben fortalecer su posición frente a temas de inversión en salud y educación."

Además de su apoyo a la acción comunitaria, el UNFPA se encuentra trabajando con diversos socios para promover políticas que hagan valer los derechos de las mujeres indígenas y las personas afrodescendientes al acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y la información, el empoderamiento y la prevención de la violencia.