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LA PAZ, Bolivia - Al Noreste de Bolivia, en la ciudad de Cobija, en el departamento de Pando, habitan 7,928 adolescentes que tienen entre 15 y 19 años de edad. Es aquí en donde Romy Rojas Lima, de 39 años, brinda atención psicológica. Su cordialidad, su voz cálida, su mirada sin prejuicios y su compromiso incansable por la salud sexual y reproductiva, la han convertido en el referente más importante de asesoría en el Punto Joven, del centro de salud Santa Clara.

El Punto Joven es un servicio de orientación de salud sexual y reproductiva para adolescentes, que depende del gobierno municipal de Cobija. Este espacio cuenta con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), desde hace varios años. Este servicio funciona en una pequeña sala del centro de salud que -antes de la pandemia por COVID-19- solía estar ocupada por aproximadamente 30 adolescentes con uniformes colegiales al mes, que esperaban su turno para ser atendidos por Romy.

¿Por qué Romy se hizo famosa entre los adolescentes? Ella es el rostro amable del centro de salud cuando los adolescentes temen acercarse a la ventanilla de ingreso a pedir una cita médica. Ella los escucha y les da consejos sobre sus conflictos familiares y de noviazgo. Además, acompaña a las jóvenes que optan por el implante subdérmico o la inyección trimestral. Romy coordina con el personal de salud para garantizar una atención cálida y oportuna. Así, ella se fue convirtiendo, de a poco, en la psicóloga preferida de los adolescentes.

Atención por Whatsapp y a domicilio

Durante la pandemia, el Punto Joven dejó de funcionar por tres meses. Pero su trabajo de contención y orientación continuó, junto al grupo de líderes juveniles del centro de salud, a través de Whatsapp y de Facebook para difundir videos de prevención de violencia y autocuidado del cuerpo. “Cada vez que encendía mi celular, me llovían los mensajes de las chicas y chicos, fue un trabajo intenso”, recuerda.

A través de los mensajes de voz y las llamadas, los adolescentes le contaron sobre los conflictos de convivencia familiar durante la cuarentena, los problemas económicos de sus familias y el miedo al Coronavirus. Romy, con el personal de salud y de la gobernación, tuvo que ir varias veces a barrios periféricos de Cobija para auxiliar con medicamentos y dar apoyo emocional a adolescentes cuyas familias se habían contagiado de COVID-19. 

Hasta mediados de noviembre, Bolivia registró 142.427 casos positivos de COVID-19, con una incidencia mayor en la población entre 21 y 50 años.

La cuarentena cambió las estrategias de trabajo de Romy y del centro de salud. Estaban preocupados por las limitaciones que tenían los adolescentes que asistían al Punto Joven para acceder a métodos anticonceptivos. Así que organizaron brigadas de salud para ir a sus domicilios y proveerles de condones e inyectables. Sus padres y madres estaban de acuerdo con esto, aclara Romy.

Los embarazos en adolescentes en Bolivia

Pese a los esfuerzos por prevenir embarazos no deseados en adolescentes, Romy está convencida que la cifra ha aumentado, por los casos que conoció en estos últimos meses.

Pando es el departamento con mayor porcentaje de embarazos en niñas y adolescentes en Bolivia (32%) y la maternidad a tan temprana edad está muy naturalizada por razones culturales y sociales. Romy recuerda que, en julio, por ejemplo, llegó una niña de 13 años a dar a luz, su pareja tenía 17 años y ellos ya estaban en una relación de convivencia.

América Latina y el Caribe registra la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes del mundo. Además, se estima que casi el 18% de los nacimientos en la región corresponden a madres menores de 20 años de edad. Cada año, alrededor de un millón y medio de adolescentes de entre 15 y 19 años dan a luz.

Un plan desafiante

El gobierno departamental de Pando, con apoyo y asistencia técnica de UNFPA, aprobó, en 2019, un plan multisectorial de prevención de embarazos en niñas y adolescentes. Este proceso involucró a instituciones estatales, de sociedad civil y medios de comunicación, para desarrollar programas que desnaturalizan el embarazo infantil y fortalezcan acciones sostenibles de prevención.

La vicegobernadora Paola Terrazas, impulsora de esta política pública, está convencida que el plan multisectorial es un punto de partida importante para avanzar en la prevención de embarazos tempranos y que, ahora, enfrenta el desafío de su implementación plena.

UNFPA Bolivia trabaja con el Ministerio de Salud, gobernaciones y municipios para fortalecer los servicios de salud sexual y reproductiva diferenciados para adolescentes, con un enfoque intercultural y de masculinidades. Así también apoya procesos de empoderamiento y formación de liderazgos juveniles en colegios y organizaciones de jóvenes.

Sin duda, Pando, al igual que el resto del país, debe garantizar la continuidad de los servicios de salud sexual y reproductiva ante un posible rebrote de COVID-19. “La interrupción de estos servicios no solamente afectaría a la salud y al bienestar de adolescentes y jóvenes, sino, a su capacidad para tomar decisiones y realizar sus aspiraciones. Por ello, debemos redoblar nuestros esfuerzos para asegurar recursos humanos y financieros adecuados”, enfatiza la representante de UNFPA en Bolivia, Rinko Kinoshita.