PUERTO PRÍNCIPE, Haití - El Instituto Nacional de Partería, en la capital de Haití, suele formar a unas 80 parteras al año, que ayudan a miles de mujeres embarazadas a dar a luz a sus bebés de forma segura.
Pero cuando bandas armadas irrumpieron y saquearon el instituto en Puerto Príncipe a finales de febrero, los estudiantes y el personal huyeron aterrorizados; muchos no están seguros de si algún día podrán regresar.
Con el último y alarmante aumento de la violencia de las pandillas, los centros de salud están siendo objeto de ataques casi constantes, despojados de sus equipos, medicamentos e incluso ambulancias. La mayoría de estos centros se han visto obligados a dejar de operar y el personal ahora está desplazado, lo que hace que la atención médica esencial, los servicios sociales y la asistencia psicológica sean peligrosamente escasos para la mayoría de los habitantes de la capital.
“Las pocas instalaciones que aún están abiertas no están en pleno funcionamiento”, explicó Marie Suze Albert, Asesora Nacional de Parteras del UNFPA en Haití. “No todo el personal puede llegar al lugar de trabajo. A veces las parteras tienen que permanecer hasta tres días en un lugar para brindar atención, sin poder regresar a casa”.
Los servicios de salud son ahora extremadamente limitados, justo cuando dos de cada cinco haitianos necesitan acceso urgente a ellos. El UNFPA estima que, si la violencia continúa, alrededor de 3.000 mujeres embarazadas en Puerto Príncipe quedarán privadas de apoyo esencial, de las cuales unas 500 probablemente experimentarán complicaciones y necesitarán atención obstétrica de emergencia, incluidas cesáreas.
El sector de la salud pone rodilla en tierra
El mayor centro de salud pública de la capital, el Hospital Universitario Estatal, ha cerrado, junto con 12 de los 15 centros de salud apoyados por el UNFPA. Los hospitales restantes están sobrecargados y los grupos armados que controlan las carreteras principales están interrumpiendo las rutas de suministro de productos esenciales como alimentos, agua, medicinas y sangre. Para millones de personas es cada vez más difícil encontrar un refugio seguro.
Para llegar a los más necesitados, el UNFPA y sus socios han desplegado dos equipos de salud móviles en cinco sitios de desplazamiento en Puerto Príncipe. El Dr. Batch Jean Jumeau, presidente de la Sociedad Haitiana de Obstetricia y Ginecología, describió las condiciones como “traumáticas: las personas son extremadamente vulnerables. Como trabajador de la salud, trato de ayudar lo mejor que puedo, brindando la atención necesaria y asistiendo psicológicamente a las familias desplazadas”.
Las dificultades contribuyen a las complicaciones, dice el doctor: “Vi a varias mujeres que tuvieron que dar a luz por cesárea antes de la fecha prevista, debido al estrés y la presión arterial alta causada por la inseguridad y los repetidos desplazamientos masivos”.
Actualmente, las unidades móviles atienden a entre 150 y 170 personas cada día, principalmente mujeres. También están proporcionando kits de alimentos e higiene, sensibilización sobre los servicios disponibles y apoyo psicosocial y refugio de emergencia en casos de violación y otras formas de violencia de género. Cuando es necesario, las unidades pueden transferir a los pacientes a centros de salud comunitarios, que permanecen abiertos las 24 horas y son apoyados por el UNFPA y administrados por su socio FADHRIS.
Mujeres y niñas pagan el precio más alto
A medida que los sistemas de salud y protección en Haití se desmoronan, la violencia sexual se ha vuelto rampante. Las estimaciones de la ONU muestran un aumento del 50 por ciento en la violencia sexual entre 2022 y 2023. El 80 por ciento de las mujeres y niñas han denunciado haber sido sometidas a alguna forma de violencia de género.
“Desde el aumento de los ataques de pandillas, hemos notado una alta tasa de embarazos precoces, particularmente en ciertos lugares de alojamiento”, explica el Dr. Jean Jumeau al UNFPA. Los riesgos son especialmente altos en asentamientos superpoblados de personas desplazadas.
Para apoyar a sobrevivientes y a personas en riesgo, el UNFPA y sus socios están operando una línea directa que brinda asesoramiento, información y referencias.
“Muy a menudo, son mujeres y niñas en situaciones de peligro las que llaman”, aclara Yolette Jeanty, directora de la ONG local especializada en derechos de las mujeres Kay Fanm, la cual gestiona la línea directa junto al UNFPA.
“Escuchamos e identificamos los centros de referencia que están abiertos; el personal de psicología también brinda terapia de forma remota”.
“La situación está empujando a algunas mujeres a recurrir al sexo transaccional, las jóvenes son continuamente acosadas, violadas y, además, son estigmatizadas e insultadas en la calle”.
En un caso, la madre de una niña de 13 años llamó después de descubrir que su hija había sido violada repetidamente por un hombre mayor conocido de la familia; pero mientras se ponía en marcha el procedimiento para que el personal médico y psicológico atendiera a la niña, “comenzaron las restricciones de movimiento: varios centros de salud públicos, como el hospital general, tuvieron que dejar de funcionar debido a la inseguridad”, narra Jeanty.
“La niña estaba en mal estado. Con el paso de los días su salud empeoró. La ingresamos en un hospital privado, donde los médicos le diagnosticaron un aborto espontáneo que había afectado gravemente su útero”. Sin atención, su condición rápidamente habría puesto en peligro su vida.
Entre el dolor y la esperanza
El número de personas desplazadas ha aumentado a más de 360.000 y la mitad de la población ahora enfrenta niveles récord de hambre. En medio de esta catástrofe, más de 84.000 mujeres embarazadas carecen de acceso seguro a servicios de salud y 1.2 millones de mujeres y niñas necesitan protección contra la violencia de género.
El UNFPA y sus socios han distribuido kits de higiene y kits de salud materna para beneficiar a mujeres y niñas desplazadas en cinco sitios de desplazamiento en Puerto Príncipe. También se han enviado suministros médicos, incluidos kits para la gestión de la violencia sexual, a los sitios de desplazamiento y al Hôpital Universitaire la Paix, uno de los pocos hospitales que aún funcionan en la capital.
Nadège Daudier, directora del Instituto Nacional Superior de Formación de Parteras, el cual fue atacado por bandas armadas a principios de marzo, confiesa al UNFPA: “No tenemos idea de qué esperar. Todos estamos dispersos… ¿Cómo podemos redescubrir los hilos que nos unen?”.
Aun así, continúa, “debemos seguir adelante, por nuestras familias y nuestros seres queridos. Haití debe resurgir de sus cenizas”.