Este año el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA coincide con la conferencia africana sobre la lucha contra el VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS). Muchas personas que viven con el VIH, activistas, trabajadores gubernamentales y asociados para el desarrollo se reúnen en Harare (Zimbabwe) para compartir conocimiento acerca de lo que es efectivo en nuestra lucha colectiva contra el SIDA.
Mientras que el VIH es una amenaza global, la epidemia sigue constituyendo un problema enorme en África, especialmente en el África Subsahariana, cuyas comunidades han sido devastadas por el SIDA.
El VIH afecta cada vez más a niñas adolescentes y mujeres jóvenes. Son vulnerables como resultado de la violencia, el matrimonio infantil, la falta de educación amplia sobre la sexualidad, la incapacidad para negociar relaciones sexuales seguras y la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos condones, pruebas y asesoramiento sobre el VIH/ITS y tratamiento.
A escala mundial hay todos los años 380.000 nuevos contagios con el VIH entre las niñas y las mujeres jóvenes de 10 a 24 años de edad, lo que constituye casi el 60% de todos los contagios nuevos con el VIH. 15% de todas las mujeres que viven con el VIH tienen de 15 a 24 años de edad. Es claro que nuestra respuesta al VIH debe hacer frente a las necesidades de las adolescentes.
Es fundamental enfrentar las normas sociales restrictivas que impiden que las mujeres y las niñas tengan acceso a información y servicios de salud sexual y reproductiva y que controlen su propia salud sexual. Se necesitan esfuerzos concertados para cambiar esas normas de género y hacer que las comunidades sean seguras para las mujeres jóvenes y las niñas y las apoyen.
Es necesario además empoderar a las personas que viven con el VIH y a las poblaciones clave en riesgo para ayudar a poner fin al estigma, la discriminación y la violencia, propiciar la eliminación de las normas punitivas, y aumentar el acceso a la justicia y a servicios de salud sexual y reproductiva.
El UNFPA, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, apoya una mayor inversión en servicios integrados de VIH y de salud sexual y reproductiva, incluso para la eliminación de la trasmisión de madre a hijo, y se están haciendo progresos al respecto. Es necesaria una mayor concentración en prevenir el VIH, especialmente entre los jóvenes, y en la planificación de la familia para las mujeres que viven con el VIH a fin de lograr una reducción del número de recién nacidos VIH positivos. Prevenir el VIH y su gestión siguen constituyendo una parte central de la estrategia global para mejorar la salud de mujeres, niños y adolescentes.
Sabemos lo que produce resultados y sabemos cómo ejecutar programas de prevención basados en las pruebas, combinando criterios biomédicos, como el suministro de condones y la circuncisión masculina médica y voluntaria, los cambios de conducta de manera que las personas puedan ejercer opciones informadas acerca de su vida sexual y sus prácticas sexuales seguras, y cambio estructural para hacer frente a normas y políticas negativas, desigualdades, violencia, estigma y discriminación. Quienes impulsan la prevención desempeñan un papel importante: los individuos que intervienen y alientan a las comunidades a reducir los riesgos, tomar control y detener la nueva transmisión del virus.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible requieren que no dejemos a nadie rezagado. Se necesita inversión en datos y servicios locales para velar por que se llegue a los más vulnerables.
Debemos invertir en el desarrollo holístico de adolescentes mediante la educación, la salud, el empleo y el bienestar psicológico. Debemos velar por las personas en crisis humanitaria, conflicto y otras situaciones de emergencia a fin de que tengan acceso a un conjunto efectivo de servicios de salud sexual y reproductiva, incluso con miras a la prevención y el tratamiento del VIH y las ITS. Debemos intensificar la programación con las poblaciones clave para reducir su carga de VIH y proteger a toda la comunidad.
El UNFPA sigue apoyando a los gobiernos y a las organizaciones de la comunidad a fin de reforzar servicios de salud materna e infantil integrados, así como respuestas dirigidas por la comunidad. Apoyamos los derechos humanos de poblaciones clave para que vivan libres de violencia, estigma y discriminación y para que tengan libre acceso a servicios con el fin de proteger su salud, la salud de sus parejas sexuales y sus dependientes, y, en definitiva, de la comunidad en su conjunto.
Centrándonos en lo que tiene resultados efectivos, y trabajando juntos, podemos poner fin al SIDA hacia 2030.