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Hace veinte años, en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo, la comunidad mundial reconoció que, en sus diferentes formas, se debe fortalecer a las familias y que deben gozar de protección y apoyo integrales. A medida que elaboramos el mapa de ruta para el desarrollo más allá del año 2015, es particularmente adecuado que el tema para el vigésimo aniversario del Año Internacional de la Familia sea “Las familias forman parte del logro de los objetivos de desarrollo”. Esto destaca la realidad en cuanto que las familias pueden tener un papel fundamental en el desarrollo, si se tiene políticas bien planificadas, que tengan en cuenta las cuestiones de género y se basen en los derechos humanos.   
 
En los últimos 20 años, hemos sido testigos de notables cambios en la composición de la familia, con un aumento a nivel mundial de la cantidad de personas que viven solas y con más mujeres que están al frente de la familia. El vigésimo aniversario del Año Internacional de la Familia es una excelente oportunidad para reconocer estos cambios y hacer un llamamiento para lograr nuevos enfoques y políticas que sean amigables con todas las familias y ayuden a luchar contra la pobreza, avanzar en la igualdad de género, garantizar el equilibrio entre trabajo y familia y promover la solidaridad intergeneracional.
 
En este día, dado que celebramos a las familias y sus numerosos aportes a la sociedad, hago un llamamiento a los gobiernos para que generen entornos que brinden apoyo a todas las familias mediante, por ejemplo, medidas que posibiliten a los padres conciliar las responsabilidades familiares y las laborales y mediante políticas de vivienda, educación y apoyo a nivel social que reconozcan la creciente diversidad en la organización familiar. Tales medidas incluyen contar con seguro médico y seguridad social, licencias con goce de sueldo por maternidad y motivos relacionados con la paternidad, horarios flexibles de trabajo y guarderías.  
 
Ante todo, las personas, en particular las mujeres y niñas, deben tener la capacidad de elegir con libertad, seguridad y responsabilidad los caminos que tomen para su vida, a medida que pasan etapas que van desde la enseñanza educativa, a tener empleo y a formar un hogar y una familia. Cuando las mujeres y las niñas tienen formación escolar y salud, cuando pueden tomar sus propias decisiones, cuando ellas y sus parejas cuentan con la información y los medios para planificar sus familias, tales familias están en mejor situación, sus comunidades son más fuertes y todos nos acercamos al futuro sostenible que pretendemos.