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DARIÉN, Panamá - Danielys Batista brinda consultas de planificación familiar gratuitas, confiables y seguras a mujeres locales, en el Centro de Rehabilitación “Reintegra”, en el corregimiento de Metetí, en la provincia de Darién, Panamá.

Ella también se traslada regularmente a la Estación Temporal de Recepción Migratoria de San Vicente, ubicada en esta ciudad, para ofrecer el mismo servicio a las mujeres migrantes que llegan cada día.

De esta manera, tanto unas como otras pueden obtener métodos anticonceptivos de corta y larga duración, de acuerdo con su historial médico y ejerciendo el derecho a decidir cuál método de planificación familiar desean utilizar.


Danielys Batista, doctora especializada en salud sexual y reproductiva, que trabaja como parte del equipo móvil que el UNFPA ha desplegado en Darién para garantizar los derechos de las mujeres, tanto locales como migrantes.

Darién es la provincia más grande y más pobre de Panamá. En la frontera con Colombia, alberga una selva de más de 17.000 km2. A pesar de ser una de las selvas más peligrosas del mundo, Darién es un lugar de tránsito para miles de migrantes, la mayoría procedentes de Haití, Venezuela, Cuba, países de África y del sur de Asia.

En 2023, alrededor de 500.000 personas transitaron esta ruta. De ellas, casi una de cada tres son mujeres y niñas. Incluso, en 2022, se identificaron más de 570 mujeres embarazadas migrantes en esta zona.

Danielys forma parte del equipo médico móvil que está desplegado en el área gracias al apoyo del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia de las Naciones Unidas (CERF, por sus siglas en inglés). Este equipo está conformado por personal médico, enfermeras y promotoras de salud.

En el consultorio, atiende a mujeres indígenas y afrodescendientes que llegan buscando un método seguro de planificación familiar. Ella les brinda orientación y desmonta los mitos en torno a su uso. Así, se sienten más confiadas una vez que lo adquieren.

“Lo más retador es impactar positivamente la vida de estas mujeres sin llegar a tener una contradicción con su cultura”, dice. “Es un reto hacerles entender que esto no es algo que les va a perjudicar su salud, sino que les va a beneficiar ya que podrán planificar su vida, la de sus hijas e hijos y la de su hogar, lo cual puede traer mejoras económicas y de calidad de vida”.

Las mujeres migrantes, en cambio, no tienen permitida la salida de la estación de San Vicente. Para atenderlas, Danielys y el resto del equipo móvil van hacia ellas. Las encuentran en el espacio seguro donde el UNFPA trabaja de conjunto con HIAS, una organización judía sin fines de lucro que tiene como misión proteger a refugiados, solicitantes de asilos y personas desplazadas. También van a los cubículos donde duermen en la estación y captan a aquellas en edad reproductiva.

En la estación, Danielys realiza promoción, educación y sensibilización sobre el uso de método anticonceptivos y salud sexual y reproductiva para que puedan aclarar cualquier duda. Ella y el resto del equipo realizan jornadas de colocación de métodos anticonceptivos: implantes subdérmicos, orales combinados e inyectables trimestrales.

“La mayoría, después de las experiencias que viven y las historias que escuchan, sobre todo con los casos de abuso sexual que se dan en la selva, quieren planificar, quieren estar seguras, así que siempre optan por alguna de las opciones que les brindamos”.

Aquellas que están interesadas en colocarse un método anticonceptivo son remitidas al Centro de Atención de Salud Femenina que ha habilitado el Ministerio de Salud en la estación. Allí, el equipo móvil coloca el método anticonceptivo que ha elegido cada mujer.

Una necesidad urgente para continuar el camino

En enero de este año, Dianelys conoció a Ana Barzallo, de 33 años. Una migrante ecuatoriana que llegó a Darién con su hijo de 5 años. Su meta era llegar a los Estados Unidos y para eso salió de Ecuador, entró a Colombia, atravesó la selva de Darién. Estuvo tres días en la selva. Allí se deshizo de sus pertenencias para poder cargar a su hijo durante la travesía, vio cadáveres, estuvo sin comer, pensó que no llegaba nunca: “lo más feo que me pudo haber pasado”.

Una vez en la estación, le entregaron comida, agua y le hablaron del espacio seguro. Le dijeron que, si necesitaba ayuda psicológica, podía dirigirse a la carpa de HIAS.

Cuando llegó, el personal del UNFPA la recibió, le puso en sus manos un kit de higiene y la integró a un grupo de mujeres que se encontraba en la carpa.


Ana Barzallo, migrante ecuatoriana de 33 años, en el espacio seguro de la la Estación Temporal de Recepción Migratoria de San Vicente.

Ellas conversaban sobre sus experiencias y el personal del UNFPA les brindaba apoyo psicológico e información sobre el recorrido que aún tenían por delante. La sesión le hizo mucho bien, confiesa, ahora se sentía “más motivada y menos triste, con más fuerza para seguir”.

En ese momento, Dianelys entró a la carpa y se sumó a la charla. Entonces, les preguntó si estaban interesadas en acceder a un método anticonceptivo. Varias de ellas, ya estaban usando métodos hormonales como implantes y anticonceptivos inyectables. Pero Ana no. Ella se acercó a Dianelys y solicitó acceder a un implante subdérmico. Al día siguiente, le fue colocado en el Centro de Atención de Salud Femenina.

“Yo decidí colocarme el implante porque creo que es un método seguro. Y creo que me haría bien cuidarme con ese método”. Ana sabía que le quedaba un largo camino por recorrer hasta llegar a Estados Unidos y prevenir un embarazo no intencional era clave para lograr este objetivo.


Ana, junto a su hijo de 5 años, continuará su viaje, ahora protegida por un método anticonceptivo seguro.

Después de la captación, a las mujeres se les hace una prueba rápida de embarazo, se les explican las ventajas y posibles efectos secundarios de cada método. Si escogieron los orales, se les entrega una cobertura por 6 meses y se les explica la importancia de tomarlos en la fecha y hora correctas. En el caso del implante subdérmico, se garantizan los cuidados post colocación.

Dianelys refiere que las mujeres migrantes presentan una alta demanda de métodos anticonceptivos: “lo ven como algo urgente, un beneficio que necesitan ya, de inmediato”.

Como parte del proyecto de UNFPA Panamá con las autoridades nacionales y fondos CERF, entre 2023 e inicios de 2024, se prestaron servicios de salud sexual y reproductiva, así como de prevención y respuesta al a violencia basada en género, que favorecieron a 45.000 migrantes, mujeres, niñas y adolescentes en Darién. En particular, 21.000 personas recibieron servicios de salud sexual y reproductiva, incluida la planificación familiar.