LAMBAYEQUE, Perú - “Cuando sucedió el desastre, yo estaba con un embarazo muy avanzado y lo único que hice fue tratar de salvaguardar mi vida y la de mis hijos,” indica Lily, de 40 años, describiendo cómo su familia huyó durante la inundación en el distrito de Íllimo de Lambayeque el 14 de marzo.
Incluso ahora, meses después de la emergencia, las necesidades continúan siendo significativas entre las personas afectadas.
Docenas de familias continúan estando desplazadas, viviendo en albergues. Muchísimas mujeres continúan viviendo en condiciones de alta vulnerabilidad y escasez, a medida que las lluvias estacionales vuelven a caer sobre la comunidad.
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Emerge una lideresa
Cuando el Río La Leche empezó a inundarse en marzo pasado, Lily rápidamente se puso al mando.
“Mi familia y algunos vecinos nos fuimos hacia el parque central, porque es una zona de altura. Después de eso, fui a mi municipalidad a pedir ayuda,” indicó. “¡Empecé a organizar a la gente, agrupándolas, diciéndoles ‘no nos movamos, porque van a taer carpas!’ Entonces, nos quedamos allí”.
Lily y su familia se mudaron a un albergue conocido como Parque Principal. Es uno de los cuatro albergues temporales, habilitados para las miles de personas dentro y fuera del distrito de Íllimo que fueron desplazadas por el desastre.
Su hijo más pequeño nació cinco días después de que el río La Leche inundara la ciudad. A pesar de ello, Lily no descansó.
Lily fue nombrada coordinadora del Comité Central de Damnificados, un grupo de sobrevivientes de la inundación. En este rol, ayudó a hacer un diagnóstico de las necesidades de los sobrevivientes y ayudó a organizar la distribución de la asistencia, así como de otros servicios – incluyendo la asistencia en materia de protección y servicios de salud reproductiva apoyados por UNFPA, que fueron suministrados por el Centro de Emergencias de Mujeres de Lambayeque.
Sin embargo, las necesidades persisten. A partir de agosto, más de 150 personas continúan viviendo en albergues a lo largo de la región de Lambayeque.
Las amenazas
La crisis prolongada ha dejado a las mujeres en estado de vulnerabilidad. Los albergues están sobrepoblados, hay un alto nivel de desempleo y el nivel de estrés ha creado tensión en las familias. Adicionalmente, la falta de seguridad ha dejado a dejado expuestas a las mujeres y a las niñas a abuso sexual.
Alicia Plascencia Rubiños, promotora del Centro de Emergencia Mujer (CEM) de Lambayeque, señala que no se ha hecho suficiente para proteger a estos grupos vulnerables. “No se visibilizó el tema de violencia ni el riesgo de tocamientos indebidos a niños y niñas”, explica.
Los sobrevivientes de las inundaciones también fueron estigmatizados y amenazados después de la crisis. Los residentes del centro de Íllimo no se sentían cómodos con la llegada de damnificados al Parque Central.
“En mi albergue, sufríamos constantes amenazas y agresiones a las carpas. Nos insultaban. No entendían que si nos quedábamos era porque no teníamos otro lugar seguro dónde ir”, afirma Lily.
Como parte de la solución a esta problemática, el UNFPA trabajó de la mano con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables para brindar asistencia por medio de unidades móviles donde las personas podrían acudir a buscar ayuda de especialistas, como abogados, trabajadores sociales y psicólogos.
Estos grupos visibilizaron las necesidades de la población y abogaron por ellos ante las autoridades locales y regionales. También ayudaron a los sobrevivientes a recibir el apoyo y la asistencia que requerían, incluyendo consejería para aquellos que habían experimentado situaciones de violencia.
“Desde que la unidad móvil del Centro de Emergencia de la Mujer llegó a Íllimo, dejamos de recibir amenazas y la gente dejó de insultarnos,” señala Lily.
Visibilizando los temas
UNFPA también organizó una serie de charlas en Lambayeque, promoviendo la necesidad de protección contra la violencia basada en género y del acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva.
“Las charlas han sido muy útiles para nosotros,” señala Lily. “En nuestros albergues, hay familias donde ya hay niñas señoritas, y allí viven el papá, la mamá, los hermanos varones y las niñas. Entonces, ellas han aprendido cómo cuidar su cuerpo, cómo protegerse.”
UNFPA también entregó 1700 kits de higiene, que contienen jabón, ropa interior, toallas sanitarias y otros productos esenciales. También se distribuyeron 1,700 kits de protección, que incluyen una linterna que ayuda a que las personas puedan movilizarse de forma segura en la noche y un silbato que les permita alertas a los demás en caso de una emergencia.
“El silbato también ha sido de mucha ayuda,” agregó Lily. “Nos ha servido para pedir ayuda cuando tenemos miedo de que nos sigan o que se metan a nuestras carpas.”
Mirando hacia el futuro
Actualmente la población en el Parque Central ha sido reubicada a un albergue temporal en una nueva locación llamada Jesus es Mi Camino, gracias a los esfuerzos de abogacía de Lily y otros sobrevivientes.
Alrededor de 60 familias están viviendo en esta nueva ubicación, pero hasta el momento no se les ha encontrado una solución permanente.
A pesar de ello, Lily se rehúsa a perder la esperanza.
“Lo único que podemos hacer es seguir adelante, sonreírle a la vida y demostrar que no nos vamos a quedar donde estamos y que vamos a estar mejor,” indicó.
Texto: Angela Valverde