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Hoy se inicia una campaña en conmemoración del 50º aniversario de dos señeros tratados internacionales. Conjuntamente, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el  Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos han configurado el carácter integral e indivisible del marco internacional de los derechos humanos.

Estos dos Pactos, junto a la Declaración Universal de Derechos Humanos, pasaron a constituir la Carta Internacional de Derechos Humanos, enunciando las obligaciones relativas a los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales intrínsecos que todo ser humano debe poseer para vivir en dignidad y con bienestar.

Estos documentos han servido de base para constituciones y leyes nacionales, le han dado esperanza y legitimidad a movimientos sociales y han movilizado a los Estados a unirse para definir medidas concretas en pro de un mundo mejor y de sociedades pacíficas.

La Conferencia Internacional sobre Población y el Desarrollo fue un hito importante que concretamente puso en vigor las normas y principios de derechos  humanos. Más recientemente  la Agenda 2030 ha articulado vínculos claros entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los Derechos Humanos.

Hoy es un día para celebrar, pero es también es un día para dar voz a las mujeres, niñas, hombres y niños que reclaman sus derechos humanos, incluidos sus derechos a la salud sexual y reproductiva, como un componente indivisible de la Carta Internacional de Derechos Humanos.

La Carta Internacional de Derechos Humanos les ha brindado a las mujeres y a las jóvenes un fundamento jurídico para exigir acceso a servicios de salud sexual y reproductiva. Le ha dado a jóvenes y adolescentes el derecho a gozar de una educación que promueva la igualdad de género y les proporcione información objetiva y científicamente correcta acerca de temas como la  sexualidad y la reproducción. Les ha dado a las mujeres de las zonas rurales que viven en la pobreza el derecho a vivir libres de tratos crueles, inhumanos y degradantes, como la esterilización forzada. Les ha dado a las mujeres embarazadas una base para hacer valer su derecho a la privacidad y a vivir libres de la discriminación, el abuso y la falta de respeto cuando dan a luz en un centro de salud. Les ha dado a las niñas afectadas por una fístula el derecho a luchar contra el estigma y el abandono social. Nos brinda a todos un recurso valioso cuando se violan nuestros derechos y libertades.

Las cuatro libertades en la base de la Carta Internacional de Derechos Humanos  – la libertad de vivir sin temor, la libertad de vivir sin miseria, la libertad de expresión y la libertad de culto– están estrechamente vinculadas al derecho a la salud y los derechos sexuales y reproductivos.

Con demasiada frecuencia las personas más abandonadas por la sociedad no pueden disfrutar de su salud y sus derechos sexuales y reproductivos. La capacidad para poder expresarse y vivir libres de miseria y de temor, de las mujeres, los adolescentes, los pueblos indígenas, las personas con discapacidades o las personas de diversa orientación sexual suele verse limitada por normas socioculturales discriminatorias.

Por esa razón, el marco internacional de los derechos humanos se ha seguido enriqueciendo durante los últimos 50 años con otros instrumentos fundamentales que aportan protección especial a las personas más vulnerables a fin de velar por que nadie se quede atrás en su búsqueda de una vida con dignidad y valor.

Esta visión no es nueva. Es un principio fundamental de las Naciones Unidas, cuyo 70º aniversario celebramos recientemente.

Honremos hoy el Día Internacional de los Derechos Humanos exigiendo que todas las naciones cumplan el objetivo de esa visión.

Dr. Babatunde Osotimehin
Director Ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas