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NACIONES UNIDAS, Nueva York – El Día de San Valentín es una celebración del amor y la felicidad en el mundo entero. Sin embargo, para millones de personas, el romanticismo y los matrimonios de los cuentos de hadas no son más que eso: ficción. Hoy en día, el número de mujeres y niñas obligadas a casarse cuando todavía eran menores de edad asciende a varios cientos de millones. Muchas de ellas estuvieron expuestas a la violencia, tuvieron que abandonar sus estudios y se vieron obligadas a asumir una maternidad prematura.

El matrimonio infantil es una tragedia para las personas que atrapa, frecuentemente a las niñas más vulnerables, pobres y marginadas. No obstante, también resulta perjudicial para las comunidades y sociedades en su totalidad, ya que afecta a las niñas obligadas a casarse y a sus familias en un ciclo de pobreza que puede persistir por generaciones. Los estudios indican que poner fin al matrimonio infantil (y permitir que las niñas culminen sus estudios, posterguen la maternidad, encuentren un trabajo digno y se realicen como personas) podría generar miles de millones de dólares en ganancias y productividad.

Este año, en el Día de San Valentín, el UNFPA hace un llamado a priorizar el poner fin al matrimonio infantil y las uniones tempranas.

A continuación, detallamos siete aspectos poco conocidos acerca del matrimonio infantil. Visibilizar el problema, su omnipresencia en todo el mundo y sus consecuencias puede ayudar a los líderes, incluyendo a las y los adolescentes y jóvenes mismos, a poner fin a esta práctica de una vez por todas.

1. El matrimonio infantil es común. Ocurre en todos los rincones del mundo.

Hoy en día, la cifra de mujeres y niñas casadas antes de cumplir 18 años alcanza los 650 millones. El 21 por ciento de las mujeres jóvenes (de entre 20 y 24 años) en el mundo fueron obligadas a casarse siendo todavía niñas. El matrimonio infantil también se practica en los países desarrollados.

Pueden encontrarse ejemplos de esta práctica nociva en todas partes.

En Nicaragua, por ejemplo, Irayda escapó de un hogar abusivo para casarse cuando tenía 14 años. “Antes de los 15, ya estaba embarazada”, explicó al UNFPA. Como sucede a menudo, las responsabilidades de la vida de casada y la maternidad la obligaron a abandonar sus estudios, algo que limitó sus opciones para el futuro, tanto para ella como para su hija. “Me hubiese gustado seguir mis estudios en lugar de abandonarlos”, afirmó.

Los defensores de los derechos de la infancia también luchan contra esta costumbre en todo el mundo, a pesar de la oposición a la que se enfrentan. En Macedonia del Norte, la organización a la que pertenece Nesime Salioska impidió que se celebrara una boda entre una chica de 16 años y el padre de su bebé, un hombre adulto. Fue una ardua batalla en la que muchos funcionarios se negaron a tomar medidas. “Piensan que es algo que forma parte de la tradición y que no deberían intervenir”, afirmó. Al final, según Nesime, “evitamos que le robaran la vida”.

2. Se están logrando avances, pero no son suficientes

Primero las buenas noticias: Los índices mundiales de matrimonio infantil están disminuyendo lentamente. Alrededor del año 2000, una de cada tres mujeres de entre 20 y 24 años informó haberse casado cuando aún era una niña. En el 2015, esta cifra era de solo una de cada cuatro. En Asia Meridional, la región que alberga el mayor número de niñas obligadas a contraer matrimonio del mundo, se han producido algunos de los avances más extraordinarios. Aquí, el riesgo de que una niña se case antes de cumplir 18 años se redujo en más de un tercio en tan solo un decenio gracias a las inversiones en la educación y el bienestar de las niñas. 

Sin embargo, también hay malas noticias al respecto: A menos que se trabaje con más celeridad, la disminución del número de niñas que contraen matrimonio antes de la mayoría de edad no se mantendrá a la par del crecimiento demográfico. En la actualidad, algunos de los lugares donde la población crece más rápidamente son aquellos en los que el matrimonio infantil sigue siendo una práctica generalizada, como África Occidental y Central. En otras zonas, como América Latina y el Caribe, las tasas de matrimonio infantil se han mantenido estables durante varios decenios. Si no se toman medidas urgentemente, es probable que el número total de matrimonios infantiles aumente de aquí a 2030. 

3. Poner fin al matrimonio infantil es sorprendentemente asequible

Las soluciones a este problema son simples y asequibles. En noviembre de 2019, el UNFPA publicó un estudio conjunto con la Universidad Johns Hopkins en el que también colaboraron la Universidad de Victoria, la Universidad de Washington y Avenir Health. En dicho estudio se calculaba cuál sería el precio de acabar con el matrimonio infantil en los 68 países que suponen el 90 por ciento de los casos a nivel mundial. La conclusión de los investigadores fue que poner fin a esta práctica en dichos países de aquí a 2030 supondría solo 35.000 millones de dólares de los Estados Unidos. 

Dicho de otra manera, evitar que una niña sea obligada a casarse cuesta en torno a 600 dólares, lo que equivale a alojarse una noche en un hotel de lujo.

Esa inversión de 35.000 millones, que se destinaría a intervenciones educativas, iniciativas de empoderamiento y programas que transformaran las normas sociales con respecto a esta clase de uniones, evitaría alrededor de 58 millones de matrimonios infantiles. Por si fuera poco, las niñas que eludan este destino serán capaces de contribuir de forma más productiva a las actividades económicas familiares, lo que beneficiará considerablemente a las comunidades a la larga.

4. Tanto los niños como las niñas pueden contraer matrimonio, pero en la práctica, las niñas son mucho más vulnerables.

Los varones pueden ser obligados a casarse, y se casan, siendo niños. Las cifras del UNFPA, basadas en un estudio de 82 países de ingresos bajos y medianos, indican que 1 de cada 25 chicos (o el 3,8 por ciento) contrae matrimonio antes de cumplir los 18 años.

“Era un niño”, explicó un joven del Yemen al UNFPA acerca de casarse a los 16 años. Su esposa tenía 13 años. “No pude tomar mis propias decisiones”, explicó. “Mi padre me ordenó casarme y me casé”.

El matrimonio a temprana edad impone a los niños y niñas las responsabilidades de los adultos antes de que estén preparados. Todos los niños que se encuentran en estas condiciones precarias son menos capaces de defenderse y son vulnerables a los abusos y la explotación.

Sin embargo, hay algunos daños que afectan con mayor frecuencia a las niñas que a los niños. Los estudios indican que las niñas obligadas a casarse se encuentran especialmente en riesgo de violencia, ya sea por parte del cónyuge, los suegros o incluso de sus propias familias.

En Uganda, Abura*, de 15 años, se opuso a casarse con el hombre que su padre eligió para ella. Su padre y su hermano la golpearon y la encerraron con su marido, quien la violó.

Se escapó y sobrevivió en el monte durante tres semanas antes de volver a casa, donde su hermano la volvió a golpear. Finalmente, se escapó a un refugio para sobrevivientes de violencia.

Las niñas obligadas a casarse también tienen más probabilidades de quedar embarazadas antes de que sus cuerpos maduren, hecho que aumenta el riesgo de complicaciones graves.

Además, las niñas tienen más probabilidades de ser obligadas a casarse cuando son muy jóvenes. Aunque la mayoría de matrimonios infantiles se celebran cuando tienen 16 o 17 años, hay muchos países en los que es habitual que las niñas contraigan matrimonio antes de los 15 años. Entre los niños, estos matrimonios tan precoces son prácticamente inexistentes (0.3 por ciento).

5. El matrimonio infantil está prohibido en casi todo el mundo.

Dos de los acuerdos en materia de derechos humanos más ampliamente respaldados del mundo, la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, prohíben el matrimonio infantil. Juntos, estos tratados se han firmado o ratificado por todos los países excepto uno.

Sin embargo, alrededor del mundo, existen algunas legislaciones nacionales o locales que permiten interpretaciones distintas de este principio acordado. Muchos países permiten que el matrimonio infantil se celebre con el consentimiento de los padres o en virtud del derecho religioso o consuetudinario, por ejemplo.

Bertha fue una novia infantil en Malaui. Malaui dispone de leyes que prohíben el matrimonio antes de los 18 años, pero durante un tiempo estas leyes entraron en conflicto con lo especificado en la Constitución, que permitía la celebración de matrimonios antes de la edad especificada con el consentimiento de los padres. La Constitución se enmendó el año pasado para eliminar esta contradicción.

Bertha, que tenía entonces 17 años y se había divorciado, explicó a UNFPA: “Sufrí complicaciones graves cuando di a luz a mi hija porque mi cuerpo no estaba lo suficientemente maduro para dar a luz”. “Muchas niñas como yo quieren quedarse en la escuela y no casarse”, afirmó.

Incluso en los lugares en los que el matrimonio infantil es claramente ilegal, hacer cumplir la ley puede suponer un problema. En todo el mundo hay muchos matrimonios infantiles, y muchos matrimonios en general, que no están legalmente registrados.

6. El matrimonio infantil y el embarazo en adolescentes están estrechamente, y peligrosamente, vinculados.

El matrimonio infantil es a menudo un precursor del embarazo precoz. En los países en desarrollo, 9 de cada 10 partos en adolescentes se producen entre niñas que ya están casadas. Estos embarazos precoces plantean graves riesgos para la salud de las niñas cuyos cuerpos es posible que no estén suficientemente desarrollados para la maternidad. A escala mundial, las complicaciones del embarazo y el parto son la causa principal de muerte en chicas adolescentes.

Ameena, en Yemen, quedó embarazada poco después de casarse, a los 15 años. “No sabía qué me sucedía durante mi primer embarazo. Parecía como si algo aterrador me estuviera sucediendo en el estómago. Sufrí daños en la columna vertebral debido a este embarazo precoz. No estaba preparada para dar a luz. No estaba preparada para tener un esposo. No sabía lo que era el matrimonio”.

A veces, estos daños pueden ser emocionales, agravados por la exposición de las niñas a la violencia. Freshta*, en Afganistán, sufrió una grave enfermedad mental después del parto tras casarse a los 12 años, con un hombre de 60. “Quedé embarazada y di a luz. No me dejó ver a mi bebé, abrazarlo, besarlo ni alimentarlo”, explicó al UNFPA. “Quería acabar con mi vida debido a toda esta tortura”.

El embarazo precoz también pone a las niñas en riesgo de ser obligadas a casarse. Las niñas pueden ser forzadas a casarse con el padre de su hijo, incluso un violador, para librar a sus familias del estigma relacionado con el embarazo fuera del matrimonio.

En Kenia, Eunice quedó embarazada siendo una joven adolescente y su padre intentó que se casara con el padre de su hijo. Cuando el hombre la rechazó, el abuelo paterno de su hijo decidió casarse con ella en su lugar. Eunice intentó escapar, pero la capturaron. “Me pegaron, me golpearon de una forma que no había experimentado en mi vida. Sufrí y lloré mucho”, explicó al UNFPA. Finalmente, su madre la encontró y denunció el abuso a la policía. 

7. Empoderar a las niñas es fundamental para poner fin al matrimonio infantil.

Se requieren muchos cambios para poner fin al matrimonio infantil, como consolidar y aplicar leyes contra esta práctica, fomentar la igualdad de género y velar por que las comunidades respalden los derechos de las niñas. Sin embargo, es necesario empoderar a las y los adolescentes y jóvenes de modo que conozcan y exijan sus derechos. Esto significa que deben recibir información correcta acerca de su salud sexual y reproductiva, las oportunidades para recibir educación y adquirir capacidades y las plataformas con las que pueden participar e implicarse en su comunidad y como ciudadanos.

Puede parecer sencillo, pero esta información y estas oportunidades pueden cambiarles la vida. Cuando las personas adolescentes y jóvenes vulnerables cuentan con conocimientos, son capaces de defenderse ellas mismas e incluso convencer a sus familias para que cancelen o posterguen los compromisos de matrimonio.

El UNFPA trabaja con sus socios y las comunidades alrededor del mundo para educar y empoderar a las niñas, así como para sensibilizar a las comunidades acerca de los peligros del matrimonio infantil.

Muchas de estas niñas se convierten en defensoras de sus propios derechos.

En Nepal, Kabita, de 16 años, pertenece a un grupo de chicas adolescentes que cuenta con el respaldo del Programa Mundial del UNFPA y UNICEF para Acelerar las Medidas Encaminadas a Poner Fin al Matrimonio Infantil. “Si abandono los estudios, tendré que casarme de inmediato”, explicó. Como resultado, está decidida a seguir en la escuela. “Un futuro más brillante empieza con una educación”, afirmó.

El Programa Mundial funciona en 12 países en los que el matrimonio infantil es muy prevalente. Entre 2016 y 2019, contribuyó a empoderar a unos 7,2 millones de niñas, y se difundió información a más de 30 millones de personas a través de mensajes en medios de comunicación, diálogos comunitarios y otras labores de promoción.

En Zambia, Linda recibió formación sobre sus derechos en un espacio seguro respaldado por el UNFPA. “Ahora sé que el matrimonio infantil es algo malo”, afirmó en una entrevista cuando tenía 12 años.

“Veo a muchas niñas que contraen matrimonio temprano y poco después quedan embarazadas o contraen el VIH. Esto no debería suceder en nuestras comunidades porque las niñas deberían estar en la escuela y trabajar duro para convertirse en maestras, médicas y abogadas y alcanzar cualquier objetivo profesional que deseen”, añadió.
 

*Nombre cambiado por cuestiones de seguridad y privacidad
El 1 de febrero de 2018 se publicó una versión de este artículo, el cual se ha reeditado a fin de actualizar la información y añadir nuevos datos.