QUITO, Ecuador – “La realidad de Esmeraldas es compleja, pero esa fuerza comunitaria, esa identidad que busca alegría, la convierte en un lugar hermoso”.
A sus 27 años, Anthony Guerrero se enorgullece de su origen. Esmeraldas, una provincia costera en la frontera noroeste entre Ecuador y Colombia, es conocida por sus pintorescas playas y clima cálido, que atrae visitantes de todo el país. Pero la región también tiene sus desafíos: con una de las tasas de pobreza más altas del país, muchos residentes enfrentan inseguridad social y obstáculos para ejercer derechos básicos como el acceso a atención de salud, educación y agua potable.
Anthony es afrodescendiente, como el 45% de la población de Esmeraldas (la proporción más alta en Ecuador). Aunque sus padres se casaron jóvenes y se separaron poco después de su nacimiento, durante su infancia recibió todo el amor de las mujeres de su vida: su madre, su abuela y sus tías.
Cuando tenía 13 años, comenzó a identificarse como género fluido. Este nuevo aspecto de su identidad le sorprendió. Así, buscó espacios donde aprender sobre sexualidad de una manera segura y creativa. Al participar en actividades culturales, aprendió a expresarse a través de la literatura, el arte, la música, la poesía y el teatro, actividades que se volverían aún más esenciales para su bienestar al entrar en un momento difícil de su vida.
El diagnóstico que abrió un nuevo capítulo
En su primer año de universidad en la ciudad de Guayaquil, a la edad de 19 años, recibió el diagnóstico de VIH positivo. Con poco conocimiento sobre esta condición o lo que significaba para su salud, Anthony creyó que su vida estaba en peligro. Aunque inmediatamente buscó asesoramiento profesional, su primer encuentro con un proveedor de salud fue negativo: el médico perpetuó ideas discriminatorias sobre el VIH. Esto fue intimidante.
Globalmente, casi una de cada cuatro personas que viven con VIH ha experimentado estigma y discriminación por parte de su entorno. Las comunidades LGBTQIA+ y las personas de género diverso son especialmente propensas a este tipo de tratamiento. El estigma internalizado, que ocurre cuando una persona comienza a creer los estereotipos negativos sobre sí misma, es especialmente común entre las juventudes que viven con VIH. Conectarse con otras personas y acceder a información basada en evidencia es clave para abordar los tabúes.
Ante esta situación, Anthony viajó a Quito, la capital de Ecuador, para acceder a conocimientos y atención de calidad.
Cuando llegó a Quito, conoció a un joven de la Red Ecuatoriana de Jóvenes y Adolescentes Positivos. Asistió a una reunión organizada por la Red, un espacio seguro para compartir experiencias. Con el apoyo de sus colegas, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y ONUSIDA, Anthony dio sus primeros pasos en el mundo del activismo.
Esa reunión representó el comienzo de mi proceso de curación, no solo físicamente, sino también emocionalmente. Me hizo entender que el VIH no era sinónimo de muerte.
Su participación en este espacio colectivo entre pares le animó a continuar sus estudios de literatura en la Universidad de las Artes de Guayaquil. Poco después, obtuvo un diploma en VIH y Salud Colectiva, otorgado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Activismo a través del arte
En 2019, Anthony comenzó a liderar MoVIHlízate, una plataforma que reúne a jóvenes que viven o conviven con el VIH. Creada con el apoyo del UNFPA en 2018, MoVIHlízate tiene como objetivo abordar las actitudes paternalistas y estigmatizantes en torno a la sexualidad y el VIH, a través de un enfoque culturalmente sensible basado en los derechos humanos.
La plataforma es “no solo un espacio de trabajo, sino también de amistad y apoyo”. Bajo su liderazgo, jóvenes de todo el Ecuador han participado en sesiones de asesoramiento y capacitación en educación integral de la sexualidad y han iniciado campañas para abordar los problemas de discriminación y estigma. El grupo también ofrece acompañar a otras personas que viven con VIH cuando acceden a servicios de salud y protección.
Su pasión de larga data por la literatura y las artes ha dado a Anthony otro vehículo para su activismo. En 2023, publicó En el principio era la fiebre, un libro de poemas que exploraban su experiencia como joven que vive con VIH. En 2024, fue comisario de la exposición POSITIVA: Residencia Artística de Cultura Latinoamericana del VIH, un evento que reunió a nueve artistas latinoamericanos que viven con VIH para abordar el estigma y la discriminación.
Aunque el número de muertes relacionadas con el Sida en América Latina ha disminuido en un 28 % desde 2010, el número de nuevas infecciones por el VIH aumentó en un 9 % en el mismo período.
El UNFPA se ha comprometido a invertir en soluciones a largo plazo para apoyar la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las personas que viven con VIH. La atención sanitaria de calidad y la educación integral de la sexualidad son cruciales para crear los entornos de protección necesarios que contribuyan a prevenir el VIH y otras infecciones de transmisión sexual en adolescentes y poblaciones en condiciones de vulnerabilidad.
