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NACIONES UNIDAS, Nueva York ‒ “Todas estábamos solas todo el tiempo”, afirmó Tatuli Paghava, de 31 años, al UNFPA en Georgia, al explicar el modo en que la pandemia de COVID-19 ha intensificado las dificultades para las madres. 

“Todo se hizo más difícil... especialmente para las madres que hacían todo solas”, añadió Ani Mardaleishvili, de 32 años, también en Georgia. Ella trabaja en finanzas y también maneja el aprendizaje a distancia de su hija de 4 años, “y estoy esperando un segundo hijo que llegará pronto”, agregó. 

Las madres ya soportaban enormes cargas económicas, físicas, emocionales e intelectuales antes del inicio de la pandemia, pero ahora (en momentos en que se ven sometidas a presiones económicas cada vez mayores, acceso reducido a la atención médica, disminución del apoyo social y crecientes responsabilidades de atención no remunerada) muchas de estas cargas se han vuelto aplastantes. 

Las mujeres están pagando un precio tremendo. Aún no se dispone de datos completos, pero los investigadores están viendo señales de aumento de mortinatos, mortalidad materna y malos resultados en materia de salud materna en todo el mundo. Las mujeres también se han visto desproporcionadamente afectadas por las pérdidas de puestos de trabajo relacionadas con la pandemia. 

Todo esto está afectando a la salud y el bienestar de las madres en el largo plazo. 

Pedir lo imposible

Incluso en condiciones normales, las madres enfrentan expectativas imposibles. Todo empieza durante el embarazo, explicaron al UNFPA mujeres de todo el mundo.

A Suhail Imad Kazem, enfermera iraquí, se le dijo: “No comas limón cuando estés embarazada, porque hará que el bebé sea muy audaz”. El recuerdo de tal consejo la movió a la risa. 

“Come frutos secos para que tengas un niño inteligente”, le aconsejaron a la Dra. Najla Hamid en Irak. 

“Se me ha aconsejado que no vea películas de terror”, refirió la Sra. Mardaleishvili. “¿Por qué debería ser un problema ver una película de terror? No tengo idea”. 

“Lo más divertido que me han dicho durante mi embarazo es que no debía rascarme el vientre porque la criatura nacería calva”, comentó Rafca, en el Líbano.

Las expectativas poco realistas continuaron en todo el curso de la maternidad. “Me dijeron que, si bebía demasiada agua, el niño orinaría mucho. Ese fue el consejo más extraño que recibí durante mi período posparto, admitió Sangrila, de 31 años, en Nepal. 

No obstante, las expectativas y exigencias no siempre son tan entusiastas. 

En muchos lugares, las mujeres deben realizar trabajos arduos durante el embarazo. "Durante mi embarazo me pusieron a trabajar en la granja", recordó Naikya Devi Maharjan, de 42 años y madre de cuatro hijos. “No teníamos tiempo para descansar. Trabajamos en la granja y también en casa.

A menudo las mujeres no reciben ningún respiro incluso mientras se recuperan del parto y aprenden a cuidar de su recién nacido. “Como madre joven, no tenía experiencia en el cuidado de un bebé”, explicó Vivian Omondi, de 18 años, que tiene un bebé de 3 meses. “También ha sido difícil equilibrar el trabajo escolar y ser madre”.

“Fue difícil quebrar el paradigma de que las mujeres solo estamos para la casa” comenta Luisa Nelsón Banton de Costa Rica. Esta madre asegura que, a pesar de la  discriminación que aún persiste  en su país hacia las personas afrodescendientes, “yo a mis hijos les enseño que todos somos iguales”.

COVID-19: Una crisis para las madres


Esterlina Barrientos, médica en la Unidad de Atención Primaria de Pinzón atiende a una madre en Elías Piña, República Dominicana. © Bayoan Freites AFP/UNFPA República Dominicana

Ahora, en medio de la pandemia, muchas madres han perdido apoyo y estabilidad. 

“No hay negocios, no hay dinero. La gente no está trabajando... Esto trae estrés: es un mal año”, admitió Babirye Aisha, una ugandesa que vive en Sudán del Sur. 

“Puede tornarse difícil explicar todo esto a los niños de manera adecuada”, se lamentó la Sra. Mardaleishvili.

Las embarazadas están enfrentando obstáculos en el acceso a la atención sanitaria, lo mismo que ansiedad sobre si buscar servicios de salud materna y con qué frecuencia. 

Esterlina Barrientos, médica en la Unidad de Atención Primaria de Pinzón, en Elías Piña, República Dominicana, asegura que en esa localidad “se solían dar partos en las casas, llegar y encontrar que ya (la madre) había alumbrado y tener a su bebé en la mano”. Sin dudas, la falta de acceso a los servicios de salud es uno de los principales retos para las mujeres, pues muchas madres no tienen la posibilidad de dar a luz en los centros de salud.

“Sentí la necesidad de evitar las instituciones sanitarias para mis chequeos prenatales”, indicó Amira Cerimagic al UNFPA en Sarajevo, Bosnia y Herzegovina. “No sentía que fuera muy seguro dar a luz en un hospital".

Este temor a las instalaciones sanitarias es generalizado y alarmante para las y los trabajadores de la salud. 

“Las y los pacientes temen infectarse con COVID-19 si van al centro”, explicó Noreen Ada, enfermera de Filipinas. “Hubo muchos intentos de partos en casa”.

La enfermera Kazem, en Irak, relató que ella y otras trabajadoras y trabajadores sanitarios han intensificado sus esfuerzos para hacer que las embarazadas y las nuevas madres se sientan seguras: “Es crucial garantizar la prestación de servicios y darles la tan necesaria sensación de seguridad”.

El papel de proteger a las madres nuevas y a las embarazadas a menudo recae en las parteras, que han enfrentado un aumento considerable de cargas en el lugar de trabajo y cargas de atención. “Nuestra responsabilidad aumentó. Era esencial cuidarnos a nosotras mismas, sensibilizar a fin de proteger a las embarazadas que visitamos en casa y proteger a nuestras familias siempre que regresáramos a casa”, explicó Roua Abdel Sater, partera y madre de dos hijos.

El UNFPA está trabajando para aumentar el apoyo a las parteras, incluso mediante la capacitación en control de infecciones y el suministro de equipo de protección personal. El UNFPA también está prestando apoyo de telemedicina y a las clínicas móviles para mejorar el acceso a servicios vitales de salud prenatal y sexual y reproductiva. 

Sin embargo, la solución más duradera de estas cargas enormemente desiguales para las madres (igualdad de género, normas sociales que valoren y apoyen a las madres y programas para asegurar su salud y bienestar) siguen siendo objetivos distantes. Las madres de todo el mundo merecen algo mejor.

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