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NACIONES UNIDAS, Nueva York - Grupos marginados con un alto nivel de vulnerabilidad a la infección del VIH –comúnmente conocidos como “poblaciones clave”–  enfrentan riesgos considerablemente mayores durante la pandemia de COVID-19, afirman expertos.

El año pasado, diversas poblaciones clave –incluidos los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas transgénero, las personas dedicadas al trabajo sexual y las personas que se inyectan drogas– y sus compañeras y compañeros sexuales representaron el 62 por ciento de todas las nuevas infecciones por VIH en personas adultas. Sin embargo, un informe reciente de Aidsfonds encontró que los programas dirigidos a las poblaciones clave únicamente reciben alrededor del 2 por ciento del financiamiento destinado al VIH. 

La situación podría empeorar a medida que el virus del COVID-19 continúe propagándose y los recursos de los programas para el VIH se desvíen.

“Si bien es cierto que los dos virus difieren de muchas maneras, los paralelos entre ellos reflejan las vulnerabilidades que explotan, lo que significa que se transmiten más fácilmente a los grupos marginados sin acceso a servicios, información o equipo de protección”, afirmó la Directora Ejecutiva del UNFPA, la Dra. Natalia Kanem, en su discurso con motivo del Día Mundial de Lucha Contra el Sida.

Las poblaciones clave también se han visto afectadas de manera desproporcionada por las repercusiones más amplias de la pandemia. Información preliminar de un diagnóstico realizado por el UNFPA en la región del África Oriental y Meridional encontró que las personas dedicadas al trabajo sexual –que ya de por sí registran niveles de prevalencia de VIH bastante elevados– están experimentando pérdidas económicas, un mayor riesgo de violencia y un menor acceso a servicios para la prevención y el tratamiento del VIH.

“Al carecer de ingresos, las personas dedicadas al trabajo sexual se encuentran indefensas”, le comentó al UNFPA una defensora de los derechos de las trabajadoras sexuales en Uganda.

Una pandemia al interior de otra pandemia

La pandemia de COVID-19 vino a sumarse a una pandemia de VIH que lleva décadas y continúa representando una amenaza para la vida, la salud y el bienestar de las personas en el mundo entero, particularmente entre los grupos marginados. El 2019, alrededor de 1.7 millones de personas contrajeron el VIH, y 690,000 fallecieron de enfermedades relacionadas con el SIDA, de acuerdo con cifras recientes de ONUSIDA.

Mientras tanto, los confinamientos, los toques de queda y otras restricciones impuestas a consecuencia de la pandemia de COVID-19 están provocando pérdidas de ingresos severas para las personas dedicadas al trabajo sexual. “La COVID-19 llegó como una sorpresa para todos, pero en su mayor parte para las trabajadoras sexuales, ya que la mayoría viven al día”, comentó una defensora de derechos de Eswatini.

Pero como su trabajo está altamente estigmatizado, es informal y en muchos lugares está altamente criminalizado, las trabajadoras sexuales reportan que frecuentemente se les excluye de los esquemas de protección social y otros esfuerzos de ayuda.

Algunas encontraron que su capacidad para demandar prácticas sexuales más seguras se ha reducido.

“Las trabajadoras sexuales no han podido negociar los términos de su trabajo sexual, ya que tienen temor de perder clientes, pero han tenido relaciones sexuales sin condón sencillamente para poder tener dinero”, afirmó una participante en el diagnóstico.

Y muchas se encontraron en una situación de vulnerabilidad a la violencia y la discriminación cada vez mayor.

“El acoso policial... fue intenso, porque la mayoría de los oficiales de policía conocen a estas trabajadoras sexuales y saben dónde encontrarlas. La policía las siguió a esos lugares, y les exigían ya fuera dinero o sexo”, comentó otra participante en el estudio.  Se les ha culpado de propagar la COVID-19.


El UNFPA está trabajando con el grupo de defensa OTRANS para entregar paquetes de atención que contienen suministros de higiene e información sobre los servicios. © UNFPA Guatemala

“Y ha habido comentarios como ‘No traigas tu coronavirus aquí’, cuando las trabajadoras sexuales han acudido a las clínicas”, afirmó una persona de Sudáfrica entrevistada como parte del diagnóstico.

También se han interrumpido servicios vitales, incluidos servicios comunitarios para la prevención y el tratamiento del VIH. En algunos lugares, incluso las personas encargadas de proporcionar servicios de atención al VIH a las poblaciones clave han sido atacadas o estigmatizadas.

“Comenzamos a realizar actividades de divulgación”, comentó una defensora de derechos. “Nos dirigíamos al lugar en donde viven las trabajadoras sexuales. Pero llegó la policía y golpeó a los educadores de pares”.

Aún queda trabajo por hacer

Todas las personas merecen tener acceso a servicios de salud sexual y reproductiva de la mayor calidad disponible, incluidos servicios para la prevención y el tratamiento del VIH. El UNFPA está trabajando con diversos socios en todo el mundo para llegar a todas las poblaciones clave con información y servicios vitales.

En Indonesia, por ejemplo, el UNFPA se está asociando con una red nacional de trabajadoras sexuales para evaluar su acceso a servicios de pruebas y tratamiento para el VIH.

En Europa Oriental y Asia Central, una línea telefónica de ayuda ofrece información y servicios a personas que viven con el VIH y a poblaciones clave afectadas por la COVID-19.

Y en Guatemala, el UNFPA apoya a la organización de abogacía OTRANS para llegar a poblaciones clave con información y servicios de atención. Pero aún resta mucho trabajo por hacer.

“Debemos demoler el estigma, la discriminación y la marginación que las poblaciones clave se encuentran enfrentando en la batalla contra el VIH”, afirmó la Dra. Kanem. “Tienen el derecho a protegerse y cuidarse exactamente de la misma forma que todas las demás personas”.

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