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NACIONES UNIDAS, Nueva York – “En mi país, a las y los jóvenes se les empuja a participar en conflictos”, se quejó Abdul Hamid Ghalib, de 23 años, oriundo de Yemen, al UNFPA en un Foro de la Juventud en Túnez.

Eso fue hace dos años, y las perspectivas para los jóvenes en su país se han hecho más macabras desde entonces, con la escalada de las hostilidades y la llegada de la COVID-19. No obstante, las y los jóvenes de Yemen no están solos: jóvenes de todo el mundo están viendo el modo en que la pandemia mundial, la crisis climática y la creciente ola de violencia de género consumen el mundo que habrán de heredar.

No se están dando por vencidos. Frente a estos extraordinarios desafíos, los jóvenes no sólo están pidiendo un cambio: son el cambio. 

“Mi sueño es que mi patria alcance una visión unificada a pesar de nuestras diferencias, y que nuestras ciudadanas y ciudadanos disfruten de plenos derechos y libertades”, confesó el Sr. Ghalib al UNFPA.

Esta convicción (que el progreso es posible y que los derechos son universales) es común para las y los jóvenes dirigentes de todo el mundo, y sirve de impulso al progreso real.

Rompiendo estereotipos


En América Latina y el Caribe, 165 millones de personas tienen entre 15 y 24 años de edad. © UNFPA República Dominicana

Hay unos 1,21 mil millones de jóvenes en todo el mundo con edades comprendidas entre los 15 y 24 años, lo que suma algo más del 15 % de la población mundial, según el Informe Mundial de la Juventud de las Naciones Unidas de 2020. En cada rincón del mundo, las juventudes son testigos de crecientes disparidades económicas, una degradación ambiental implacable, la lucha en contra de la igualdad de género e incontables combates más.

Al mismo tiempo, ven posibilidades que alguna vez fueron inimaginables: su generación apoya la salud y los derechos sexuales y reproductivos universales. Conciben la autonomía corporal como un derecho de nacimiento. Están revolucionando los roles de género, destruyendo estereotipos y abriendo el camino hacia un futuro más justo. 

En Georgia, las y los jóvenes del programa de Igualdad de Género de la UE [EU 4 Gender Equality], que es apoyado por el UNFPA y ONU Mujeres, así como por la Unión Europea, están exigiendo el fin de las normas de género que limitan las posibilidades tanto para las niñas como para los niños.

Las y los dirigentes juveniles afirmaron al UNFPA que sufrían las consecuencias de estas normas desde una edad temprana. “Un profesor de idioma georgiano me dijo que las matemáticas no eran para niñas”, recordó Seili, de 16 años.

“Era un niño emocional”, admitió Temo, de 17 años. “Me decían que los niños no debían ser así”. 

Hoy, Seili y Temo están encabezando esfuerzos dirigidos a promover la igualdad de género en su comunidad a través de talleres y producciones teatrales. “No estábamos seguras de que contaríamos con un público, o bien pensábamos que la gente mostraría hostilidad, admitió Sesili, “pero tuvimos buen acogida”. 

Exigiendo nuevos enfoques y soluciones sistémicas

Dirigentes juveniles de Botswana también están rompiendo barreras a fin de reclamar sus derechos.

"Cuando se trata de mi salud sexual y reproductiva, sé lo que quiero; por lo tanto, esas decisiones debo tomarlas yo", reclamó Thabo Baseki, de 25 años, al UNFPA en un evento de promoción de la autonomía corporal.

En la vida cotidiana, las y los jóvenes están adoptando nuevos enfoques para asegurar sus derechos, incluso enfrentar el papel de las sociedades e instituciones en la perpetuación de normas dañinas, y exigir soluciones sistémicas.

Este fue un punto clave planteado por Dumiso Gatsha, un defensor de la juventud de larga data, que hoy tiene 30 años y se identifica mediante pronombres plurales. "Es importante reconocer la autonomía e integridad corporal no como responsabilidad individual, sino como responsabilidad de las influencias estructurales», explicaron.


Leonela Calderón es una líderesa joven de Costa Rica. © UNFPA Costa Rica

Activistas juveniles de América Latina y el Caribe se hicieron eco de este juicio en sus esfuerzos por abordar las altas tasas de violencia que enfrentan las mujeres y las niñas de ascendencia africana. 

“Soy negra, afroperuana”, dijo Medaline Palma, quien remarcó que la superposición de estereotipos raciales y de género conduce a la impunidad de los perpetradores de violencia basada en el género. “[La policía] nos dice que, como fuertes mujeres, ¿cómo es posible que nos pongan la mano encima?”

“Una crece con estereotipos”, aseveró Leonela Calderón, de Costa Rica. “El racismo estructural que existe se refleja incluso en las cosas más pequeñas”. 

Imaginar nuevas soluciones

A medida que vislumbran un nuevo futuro para sí mismas y para el mundo, las y los líderes juveniles también están creando nuevas soluciones para problemas aquejados por un prolongado descuido. 

En Camboya, Sovanvotey Hok (que se identifica a sí misma como la Dama Verde de Camboya) vio el modo en que la ausencia de educación sexual integral creaba una diversidad de daños. Sin información sobre reproducción, anatomía y derechos humanos, las y los jóvenes son vulnerables a las infecciones de transmisión sexual, a los embarazos no deseados y a la violencia. 

“No sólo nos toca hablar de abortos”, planteó. “La violencia basada en el género, el acoso en el lugar de trabajo y la violación son problemas ignorados cuando no se enseña a los niños sobre sus cuerpos en las escuelas”.

Hok abrió su propia empresa comunitaria para educar a las y los jóvenes sobre estos temas, y a menudo comienza la conversación hablando sobre la menstruación (un tema que una vez fue tabú) y esto les da a sus estudiantes permiso para hablar abiertamente sobre sus cuerpos. “Las niñas se preocupan por la sangre menstrual, la vergüenza del período y las humillaciones basadas en el cuerpo”, explicó al UNFPA. 

En Uganda, las y los defensores de la juventud también están desmantelando el estigma en torno a la menstruación. 

Jóvenes innovadoras de la Smart Girls Foundation están creando y distribuyendo bolsas inteligentes [Smart Bags]: mochilas con toallas sanitarias reutilizables, un kit de costura para la almohadilla menstrual y un folleto informativo sobre la gestión de la salud menstrual. También se acercan a padres y madres, maestras y maestros y dirigentes de la comunidad para asegurar que las figuras de autoridad ayuden a reforzar el mensaje de que la menstruación es normal y saludable.

El proyecto está ayudando a las niñas a permanecer en la escuela cuando de otra manera no habrían podido asistir por falta de productos para la menstruación. Además, con una subvención de USD 50.000 del Fondo de Innovación del UNFPA, lograron producir y distribuir más de 5.000 bolsas inteligentes en Uganda central y oriental. También presentaron una serie de bolsas inteligentes hechas de plástico reciclado con luces alimentadas con energía solar, para ayudar a las niñas a hacer las tareas escolares por la noche.

“Es tan emocionante ver cómo las bolsas inteligentes les ayudan a continuar asistiendo a la escuela y a sentirse seguras, sin sentir vergüenza a causa de su menstruación”, manifestó con regocijo Jamila Mayanja, una de las fundadoras de la Smart Girls Foundation.

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* Texto: UNFPA