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Declaración de la Directora Ejecutiva del UNFPA, Dra. Natalia Kanem, con Motivo del Día Mundial de Lucha Contra el Sida, 1 de diciembre de 2020

En este, el Día Mundial de Lucha Contra el Sida, al estar reunidos en apoyo de las personas que viven con el VIH y han sido afectadas por él, debemos recordar a todos aquellos que han perdido sus vidas por el sida, lo mismo que a sus deudos.

Al mismo tiempo que el mundo se encuentra combatiendo otro virus, el de la COVID‑19, no debe olvidarse del VIH.

Si bien es cierto que los dos virus difieren de muchas maneras, los paralelos entre ellos reflejan las vulnerabilidades que explotan, lo que significa que se transmiten más fácilmente a los grupos marginados sin acceso a servicios, información o equipo de protección.

Una vez más, hemos visto cómo aquellas personas con mayor riesgo de contraer infecciones y enfermedades son las que tienen menos probabilidades de encontrar la protección y la atención que necesitan.

Poblaciones clave, como aquellas de las personas dedicadas al trabajo sexual y los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, lo mismo que sus parejas sexuales, representan más de la mitad de todas las nuevas infecciones por VIH en el mundo. No obstante, solo una pequeña fracción del financiamiento total para los programas de VIH está dirigida a ellos.

Esta es una brecha impactante, y es probable que se amplíe en medio de las presiones de la pandemia.

La evidencia de que las personas que viven con el VIH pueden presentar un mayor riesgo de contraer COVID-19 y morir a causa de ella ya está aumentando. Los esfuerzos continuos para mantener abiertos servicios vitales para las poblaciones clave, incluso de manera virtual, son valientes, pero no suficientes.

Debemos demoler el estigma, la discriminación y la marginación que las poblaciones clave se encuentran enfrentando en la batalla contra el VIH. Tienen el derecho a protegerse y cuidarse exactamente de la misma forma que todas las demás personas.

Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el mundo se ha comprometido a la cobertura sanitaria universal. Traduzcamos ese compromiso global en acciones, sin dejar a nadie atrás.

Un virus puede recordarnos que nadie se encuentra a salvo mientras no lo estemos todos. Que no tenemos tiempo que esperar. Que el momento de invertir en servicios de salud equitativos y hacer valer los derechos humanos es ahora.