PUERTO PRÍNCIPE, HAITÍ – Incluso antes de que el presidente Jovenel Moïse fuera asesinado a principios de julio, el país caribeño, y políticamente inestable, se encontraba en crisis. El año pasado tuvo que enfrentarse a la COVID-19 y a la tormenta tropical Laura, que costó la vida de decenas de personas, asoló miles de hogares y destruyó cultivos e intensificó la violencia de pandillas, todo esto ha obligado a huir a casi 20.000 personas.
El conflicto y el desplazamiento han producido una crisis humanitaria y un alarmante conjunto de cifras: más de 4 millones de haitianas y haitianos (el 60 % son mujeres y niñas) necesitarán asistencia de emergencia este año, el año pasado, los casos de violencia por motivos de género aumentaron en un 377 %, y 6.500 personas quedaron expuestas a la violencia sexual en los meses siguientes. Cerca de 5.000 personas desplazadas internas corren el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual (ITS), incluido el VIH/SIDA. En los próximos tres meses, es probable que el 15 % de los 1.000 partos previstos presenten complicaciones, lo que aumenta el riesgo de muerte materna.
Hay necesidad en todos lados: 15.000 personas requieren servicios de planificación familiar y casi 3.000 necesitan tratamiento para ITS. Si bien los centros de salud pueden haber permanecido abiertos, el personal médico no tiene posibilidades de viajar para llegar a las personas situadas en las zonas afectadas. La interrupción de las cadenas de suministro, los bloqueos de carreteras y los problemas de seguridad han provocado escasez de alimentos y suministros médicos.
Atrapadas en el fuego cruzado
Al igual que la pandemia, los enfrentamientos han limitado el movimiento y la accesibilidad. Las mujeres “están atrapadas en el fuego cruzado entre la COVID-19 y la violencia”, apuntó la Dra. Marie Deschamps, subdirectora de la institución médica GHESKIO. “Las víctimas están encerradas en sus hogares o refugios temporales y no pueden pedir ayuda. Otra debilidad es la falta de asistencia jurídica a la víctima que denuncia que ha sido violada sexualmente”.
Algunas personas son brutalizadas a manos de miembros de pandillas. “Presuntos bandidos armados vinieron a violarnos de nuevo, nos expulsaron y nos golpearon”, relató una mujer en el barrio de Martissant. “Quemaron nuestra casa, nos quitaron todo”.
El UNFPA ha desplegado personal y asistencia a los campamentos de desplazados internos. En los primeros cinco meses del año, el UNFPA y sus socios también han atendido a 1.347 sobrevivientes de violencia sexual (incluidos casi 700 niños y 110 hombres) y han atendido 6.356 casos de violencia física. Además, el UNFPA y sus socios han administrado clínicas móviles y prestado asesoramiento psicológico en las zonas de Vallée de Bourdon, Canaán, Delmas 103, Bel-Air, Martissant y Carrefour.
Aproximadamente 130.000 personas, incluidas personas que viven con discapacidad, recibieron servicios de salud sexual y reproductiva, planificación familiar y prevención de infecciones de transmisión sexual. Las mujeres embarazadas recibieron kits de parto estéril con artículos básicos de higiene y lámparas solares.
Una vez más, las vidas y la dignidad de las mujeres y las niñas sufren innecesariamente a causa de los conflictos. De acuerdo con el Panorama de la Acción Humanitaria del UNFPA de 2021, Haití es uno de los diez principales países que necesitan financiamiento para la respuesta de emergencia. El UNFPA espera movilizar USD 4,5 millones (de un total de USD 25,5 millones del llamamiento) para seguir proporcionando apoyo y asistencia inmediatas en materia de salud sexual, reproductiva y materna a víctimas de la violencia por motivos de género.
Texto: UNFPA Global