“Como mujer tamborera, eso lo aprendí desde pequeña”, relata Jiseel Muñoz Chavarría, una joven lideresa y artista del distrito de Portobelo. Desde temprana edad, se ha puesto a la altura del desafío de la preservación de su cultura Congo, pero rompiendo roles de género al tener una posición dentro del palenque donde los hombres dominan los tambores. “Hubo un tiempo, no sé qué pasó en Portobelo, y no había ningún varón para tocar. Yo digo: ‘Yo sé tocar’, comienza otra muchacha y ella dice ‘¡yo también sé tocar!’ e hicimos la presentación”.
Las mujeres afrodescendientes en Panamá asumen un papel fundamental en la preservación y transmisión de las tradiciones. El Censo de Población y Vivienda 2023 arrojó que el 31.7% de la población total del país se reconoce como afrodescendiente y 641,642 de las personas censadas se reconocen como mujeres afrodescendientes. Dentro de este grupo poblacional, el 48.9% son niñas y adolescentes de 0-17 años de edad. Son las mujeres afrodescendientes, por lo general, las encargadas de enseñar a las nuevas generaciones los bailes, los cantos, las historias y las costumbres ancestrales, como es el caso de la conservación de la cultura Congo.
La cultura Congo de Colón es una herencia vibrante de los africanos traídos durante la colonización. Sus expresiones, nacidas en los palenques (que son comunidades libres de cimarrones), representan la resistencia, el desahogo y la preservación de su identidad. El toque del tambor, los cantos ancestrales, la danza, el sincretismo religioso y las tradiciones locales son elementos claves que la distinguen. Reconocidas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2018, la perduración de las expresiones rituales y festivas de la cultura Congo se debe a la devoción de las mujeres que protegen celosamente sus tradiciones, asegurando la esencia de estas comunidades.
A pesar de la férrea salvaguarda en preservar una cultura que hoy es reconocida internacionalmente, la discriminación estructural incide en varios aspectos que siguen mermando su máximo potencial y calidad de vida, como es el caso del embarazo en la adolescencia, una problemática de salud pública que se da en todo el país, pero que afecta de manera particular a las comunidades afrodescencientes. Las mujeres afrodescendientes forzosamente les ha tocado navegar numerosos y complejos desafíos que inciden en su acceso a información sobre sexualidad y métodos modernos de planificación familiar.
Maricel Marín Zuñiga, lideresa perteneciente de la comunidad de José del Mar en Portobelo, lleva en la sangre la herencia de sus ancestras, y la transmite con orgullo a las nuevas generaciones. “Yo soy hija de descendientes Congo, y yo me crié con esa cultura. Del tiempo de mi papá y del mío, nos regíamos por la descendencia de cómo eran los negros africanos. Entonces el reinado tenía Reina, tenía Minina y tenía ‘niñera’ .”
La señora Maricel, quien es una figura altamente respetada en su comunidad, siempre tuvo claro su mandato como Reina Congo. Sabía de primera mano que tocaba proteger a las adolescentes dentro de su palenque para prevenirles de un embarazo a temprana edad. “Bastantes adolescentes salían embarazadas en Carnavales”, agrega. “Para que no se embaracen antes de tiempo, hay que hablarles en casa”, enfatiza.
“El problema de los embarazos adolescentes en Colón está en alza. ¿Por qué? Porque ya no se hacen las giras educativas de salud por falta de insumos” reflexiona Jiseel, quien actualmente forma parte de un grupo de personas jóvenes alcanzadas por el proyecto No Dejar A Nadie Atrás: reducción del embarazo adolescente en comunidades afrocaribeñas.
“Para prevenir un embarazo a temprana edad, es que nuestra familia nos hable sobre ese tipo de tema porque todavía lo tienen como un tabú. ‘¡Cuidado que sales con tu domingo siete!’ Ah, pero tú no me dices cómo evitarlo”. Así como Jiseel, líderes y lideresas en la Costa Arriba de Colón son parte de este proyecto que pretende reducir los embarazos en la adolescencia mediante la capacitación y el diálogo intergeneracional entre adolescentes, jóvenes y mujeres de comunidades afrodescendientes de la provincia de Colón y Almirante en Bocas del Toro.
Mujeres como Maricel y Jiseel ponen sobre la mesa la importancia de un programa que pretende abordar el problema central del racismo y la discriminación étnica, como motor del embarazo adolescente, garantizando la autonomía corporal, el acceso a servicios de salud de calidad, los servicios de salud sexual y reproductiva y la prevención y atención de la violencia basada en género, examinando las desigualdades estructurales, la limitación de derechos, las formas interseccionales de discriminación y la falta de evidencia basada en datos que afectan a esta población.
