LA GUAJIRA, Colombia - En la árida Guajira colombiana se encuentra la ranchería Murray, el lugar de vida de una etnia colombo - venezolana Wayuu que habita ese territorio ancestral sin fronteras entre sus comunidades.
Allí vive Josefita, una mujer indígena y sabedora que transmite sus tradiciones a las nuevas generaciones. Desde su infancia, ha tejido las historias de su vida en las coloridas mochilas y chinchorros que son símbolos de su cultura.
La lideresa enseña este arte a sus hijas y a las jóvenes de la ranchería, en un espacio seguro para entrelazar hilos y tejer la palabra. Mientras lo hacen, ella comparte sus experiencias con otras mujeres. Aunque las conversaciones revelan cambios en el pueblo Wayuu durante las últimas décadas, según cuenta; aún es fácil identificar violencias y otros desafíos que persisten para las mujeres en su comunidad.
En la ranchería, a través de círculos de la palabra, se da un diálogo intergeneracional entre Josefita y las jóvenes, en el cual conversan sobre las nuevas oportunidades para tomar decisiones acerca de sus cuerpos, sus autonomías, las uniones que desean o no tener, el tipo de familia que quieren formar…
Así, entre puntadas y nudos de colores, en La Guajira, las mujeres expresan las implicaciones de vivir en un territorio afectado por múltiples crisis como las inundaciones o sequías derivadas de la variabilidad climática y la violencia ocasionada por el conflicto armado.
Ellas, por ejemplo, reflexionan sobre la dificultad de acceder a servicios de salud oportunos, de calidad y sensibles a su cultura, las limitaciones que aún enfrentan para el cuidado menstrual en las emergencias, así como su aspiración de vivir libres de cualquier tipo de violencia basada en género.
Estas conversaciones y espacios representan para estas mujeres Wayuu, en sus palabras, “una oportunidad para juntarse y decidir lo que harán para cuidarse unas a otras y no tener violencias en la comunidad”. Josefita escucha atenta, y mientras tenga vida y energía, continuará guiando a las jóvenes y compartiendo sabiduría en un tejido de esperanza.
El UNFPA en Colombia, junto a instituciones y organizaciones nacionales, hospitales locales, líderes de las comunidades y fondos internacionales, garantiza un mayor acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, así como de prevención y atención a sobrevivientes de violencias basadas en género. El UNFPA también apoya los esfuerzos del país para atender las necesidades específicas de mujeres y niñas que se encuentran en situaciones de confinamiento, desplazadas internas por el conflicto armado y afectadas por eventos climáticos, así como refugiadas y migrantes.