‘¿Comuniyó?’ pregunto
a la india macilenta
que en pos de su hombre adusto
marcha con lento andar
(…)
y la doblega
la mochila a la espalda
y la agobia la curva
de su misión fatal…
Y su hijo cuando nazca
acaso muera inerme,
que sólo puede darle
el jugo maternal.
CIUDAD DE PANAMÁ, Panamá - Como constancia de que hay una deuda social, antigua e impostergable con la mujer ngäbe, María Olimpia De Obaldía (1891 – 1985) nos legó a los panameños ‘Ñatore May’, que en ngäbe significa “Muy bien, gracias”. En ese poema que forma parte del libro Visiones Eternas, escrito en 1953 pero publicado en 1961, De Obaldía denunció desde la pobreza extrema en la que vive esta población, la multiparidad de la mujer, la desnutrición hasta la cultura patriarcal que somete a la mujer ante las decisiones del hombre.
Para Ana Salinas —panameña, mujer ngäbe, residente de Peña Blanca— acudir al Centro de Salud de Llano Ñopo representa gastar $18 dólares ($36 si alguien la acompaña) para el transporte o caminar seis horas por esas desafiantes montañas.
A los nueve meses de embarazo de su segundo hijo, emprendió el camino desde Peña Blanca a Llano Ñopo, acompañada de su marido, Anel Salinas. Llegó agotada. “Me duelen las piernas”, dijo.
Anel solo quiere tener tres hijos porque reconoce que la situación económica es difícil. Sin embargo, no acepta el uso de métodos anticonceptivos modernos, él prefiere usar el método natural conocido como coitus interruptus.
Aquí no se habla sobre planificación familiar
En la casa materna contigua al Centro de Salud de Llano Ñopo, está interna Sebastiana García (22 años), proviene de la comunidad de Sitio Prado. Su época de estudiante terminó en noveno grado, su familia no tuvo dinero para que continuara sus estudios. A los 18 años tuvo su primer hijo. Ahora espera el nacimiento del segundo en la casa materna de Llano Ñopo, en compañía de su madre. Ella y su pareja, Bernabé Santiago (29 años), no utilizan métodos de planificación familiar.
Al enterarse del embarazo, Bernabé se molestó porque ahora tendrá cuatro hijos que mantener. Sin embargo, Sebastiana no se atreve a hablar de planificación familiar con él.
Según la última Encuesta Nacional de Salud Sexual y Salud Reproductiva, (ENASSER 2014 – 2015), la necesidad insatisfecha de planificación familiar promedio, en Panamá, fue de 24.2%. Sin embargo, en la comarca Ngäbe fue de 57.3%, lo que significa que la mujer Ngäbe no logra espaciar más tiempo entre uno y otro hijo, y tienen dos o tres hijos más que el promedio nacional. ENASSER 2014 – 2015 también evidenció que las mujeres casadas o unidas conocen los métodos de planificación familiar.
Una realidad que pocos conocen
En 2020, esta comarca registró 16 muertes maternas (Ministerio de Salud, 2020), el número más alto en el país. La planificación familiar y los controles prenatales son fundamentales para evitar que más ngäbes mueran.
Entre los beneficios de la planificación familiar está la mitigación de la pobreza, promover la equidad de género, la reducción de la mortalidad infantil y de la mortalidad materna.
La comarca Ngäbe es una de las áreas más pobres de Panamá, de acuerdo con el Índice de Pobreza Multidimensional (2017) de Panamá, aquí el 93.4% de su población vive en pobreza multidimensional. Uno de los datos que más resaltan es el poco acceso a un diploma secundario o universitario.
Trabajar para reducir las muertes maternas
UNFPA trabaja por no dejar a nadie atrás y uno de sus objetivos transformadores es alcanzar las cero muertes maternas evitables.
Julia Flores participó como multiplicadora comunitaria, en 2014, en el proyecto de Reducción de Muertes Maternas apoyado por el UNFPA. Allí aprendió sobre salud sexual y reproductiva, y los beneficios de la planificación familiar. A pesar de que el proyecto terminó, su compromiso para con sus coterráneas no finaliza. Ella es la asesora de las mujeres en edad reproductiva en las comunidades de Guayabal y Alto Caballero. Julia visita a las mujeres embarazadas y les recuerda su control prenatal, y hace de nexo entre el personal del centro de salud y las mujeres embarazadas. Camina largas jornadas para cumplir con su labor, pues no dispone de dinero para el transporte, por eso necesita un caballo, sin embargo, esto no la detiene.
* Texto: José Manuel Pérez
Edición: Guadalupe Natareno