ASUNCIÓN, Paraguay - “Siempre digo que lo anormal se ha vuelto normal”, expresa de manera sentida cuándo le preguntamos por el embarazo adolescente en su comunidad y afirma que “esto no debería pasar habiendo tantas posibilidades de protección para las niñas y adolescentes”.
La fuerza de sus ojos y su voz, contrarresta con la calma de sus movimientos cuando nos cuenta de sus raíces, de su cultura, del orgullo de pertenecer a una familia con un fuerte liderazgo en la comunidad avá guaraní. Kuña Jeju Vera Portillo, de 20 años, originaria de Canindeyú, departamento distante a unos 250 kilómetros de la capital, nos cuenta que en su comunidad viven más de 500 familias de este pueblo originario y una realidad que se repite es la de niñas embarazadas cada vez más pequeñas.
El embarazo adolescente en Paraguay es el rostro de la desigualdad. La Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados 2016 lo muestra claramente: 1 de cada 20 niñas, de 10 a 14 años, en situación de pobreza tiene hijos; 1 de cada 10 niñas indígenas, de 10 a 14 años, tiene hijos; en tanto que ni una sola niña, de 10 a 14 años, de nivel socioeconómico alto tiene hijos.
Kuña Jeju es tal como lo indica el significado de su nombre: una mujer que vino a iluminar. Cursa el tercer año de la carrera de Derecho, es presidenta de la Red de Promotores Jurídicos Indígenas del Paraguay, integrante de la organización Kuña Guaraní Aty de mujeres indígenas y presidenta de un club de fútbol femenino. No se cansa de repetir que está en un lugar privilegiado y que lo que más quiere “es incentivar a adolescentes y jóvenes indígenas de mi generación para que vean la importancia de defender sus derechos”.
Con este mismo espíritu es que hoy integra el Consejo Consultivo Adolescente y Joven del UNFPA, constituido por 21 adolescentes y jóvenes, diversos en género, edad y campo de experiencia. Ya sean activistas sociales, referentes culturales o personas vinculadas al sector privado, la heterogeneidad de sus integrantes es clara en cuanto al arraigo social, político e identidad cultural. Su trabajo se ha articulado en torno a la temática del bono demográfico, pero desde dónde fuertemente han profundizado el abordaje de los derechos sexuales y reproductivos.
“Esto no debería pasar”
A pesar de que nuestra ley permite la unión y el matrimonio a partir de los 18 años, según el reporte Fecundidad y maternidad adolescente en el Cono Sur. Apuntes para la construcción de una agenda común 4 de cada 10 niñas, de entre 10 a 14 años de edad o menos, están en pareja al momento del parto.
Culturalmente, admite que es un tema difícil de abordar, porque se piensa que a partir de los 14 años ya las niñas indígenas están preparadas para tener hijos. “Pero eso porque estamos muy sometidas al machismo y porque las mismas niñas creen, y les hacen creer, que lo único que pueden hacer es reproducirse. No debería ser casi una imposición. Deberíamos poder elegir tener hijos o estudiar e ir a la universidad o trabajar y ser independientes”, sostiene y nos comenta que ella misma es un ejemplo de que se puede optar, de que se puede salir de la norma y de que con esfuerzo y dedicación las metas pueden lograrse.
Ruborizada nos cuenta que “las mamás me suelen decir que ya no quieren que sus hijas se casen y tengan hijos muy jóvenes, que quieren que sean como yo. Eso me llena de orgullo. Es una influencia que yo generé y que es importante para mi comunidad”.
Abuso sexual
Es tajante, eso sí, al separar el embarazo adolescente del abuso sexual. “El abuso sexual no está bien visto en nuestra comunidad, lo consideramos una falta muy terrible y nos llena de dolor, de un dolor colectivo, comunitario con la víctima”, afirma.
Una vez una de sus tías le preguntó por qué no se casaba o no tenía un hijo. “Me dijo que yo soy una amargada por no cumplir con ese rol y que sufro por llevar una vida solitaria. Pero yo creo que es muy diferente: disfruto de mi liderazgo y de mi independencia. No necesito un hijo para sentirme completa, tengo mis prioridades y no quiero ser como las demás, quiero hacer las cosas de manera diferente”, sonríe y nos muestra orgullosa su pasaporte que está listo para un nuevo viaje en el que hablará sobre juventudes indígenas y cambio climático.
Paraguay invierte solo 1,1% del PIB en adolescencia y juventud, acorde al informe Gasto público social en adolescencia y juventud 2013-2016. Por eso, ser mujer, joven, indígena suma variables para la discriminación y la vulnerabilidad. Aun así, de seguro que las puertas del mundo están abiertas para que Kuña Jeju siga iluminando su camino, y el de otras adolescentes y jóvenes, en búsqueda de sus sueños.
Texto: Carolina Ravera Castro. Foto: UNFPA Paraguay/Javier Valdez
Otros recursos:
Gasto público social en adolescencia y juventud, 2013-2016. Paraguay
Video: ¡El bono demográfico sos vos!
Hacia una Política Pública Integral. Paraguay Joven 2030
Cuenta regresiva ¿Cómo aprovechar el bono demográfico en Paraguay?