Si tuviera un megáfono en las manos lo usaría para gritar bien fuerte ¡Basta de discriminación! Basta de juzgar a las personas por su color de piel, por su género, por su orientación sexual o por su identidad. La discriminación nos divide y nos impide construir un mundo en el que todos tengamos las mismas oportunidades”.
Así, Lindira Cayetano, adolescente garífuna de Izabal, Guatemala, se une al clamor global en la lucha contra el racismo y la discriminación racial; también al llamado a reflexionar sobre los horrores de un pasado donde la esclavitud perduró por más de 400 años, con secuelas que nos llaman a redoblar esfuerzos para erradicar las persistentes formas de discriminación racial que aún afectan a nuestras sociedades.
“Es importante recordar y reconocer el sufrimiento de personas que, aunque no están aquí, dejaron una huella considerable en la formación de varios países. También hay que recordar que estas personas que sufrieron, son los antepasados de las personas con las que uno interactúa en el día a día”, expresó Carimauseny Givans, una joven de Limón, Costa Rica.
También Raheema Hafiya, de Belice, opina que “se debe incluir el tema de nuestros ancestros en nuestra curriculum de estudios, para educarnos acerca de su historia, sus luchas y sus contribuciones”.
El racismo y la discriminación se reflejan en temas de salud sexual y reproductiva que afectan principalmente a las mujeres. Según un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), las adolescentes afrodescendientes en América Latina y el Caribe tienen más probabilidades de quedar embarazadas antes de los 20 años, en comparación con las no afrodescendientes. Este mayor riesgo de experimentar un embarazo durante la adolescencia, se une a otras brechas en el acceso a la salud, la educación y otros servicios, que afectan a las juventudes afrodescendientes.
“Todos estamos obligados a combatir el racismo, hay que combatirlo con argumentos, de frente, no achicopalarse frente al racismo. A veces da miedo, a veces da temor, a veces nos asustamos porque tenemos miedo que el sistema nos arrincone como nos ha arrinconado por siglos”, expresa Shirley Campbell, escritora y activista afrodescendiente de Costa Rica.
Ella fue invitada a compartir sus experiencias en un espacio con juventudes afrodescendientes, organizado en el marco del proyecto "No Dejar a Nadie Atrás: Reducción del Embarazo en Comunidades Afrodescendientes, Creoles, Garífunas y Miskitas en Municipios Seleccionados de la Costa Caribe Centroamericana", el cual es liderado por el UNFPA con apoyo del Gran Ducado de Luxemburgo y el Gobierno de Irlanda.
Esta iniciativa, que aborda el racismo y la discriminación étnico-racial como impulsores del embarazo en adolescentes, busca empoderar a las niñas, adolescentes y jóvenes afrodescendientes y garantizar su acceso a la información, los servicios y las oportunidades que necesitan para tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos y sus vidas.
El embarazo en adolescentes constituye uno de los mayores retos sociales, políticos y económicos de la región. Se estima que casi el 18% de todos los nacimientos en América Latina y el Caribe (LAC) corresponden a mujeres menores de 20 años y, en el caso de las de comunidades afrodescendientes, el riesgo es 50% más alto en comparación a sus pares de otras comunidades (UNFPA, 2025).
Juventudes que pasan el megáfono
¿Si tuvieras un megáfono en las manos, qué mensajes lanzarías? Esta es la pregunta que varias personas afrodescendientes de diferentes países de Centroamérica y el Caribe respondieron, expresando sus sentires y con propuestas sobre cómo avanzar en su inclusión, particularmente en el acceso a la educación, el empleo y la salud, incluida la salud sexual y reproductiva: