ESCUINTLA, Guatemala – A sus 7 meses de embarazo, Marta Leiva descansa con la espalda apoyada en dos bolsas de ropa donada en un albergue en el Departamento de Escuintla, Guatemala. Ella y su familia lo perdieron todo cuando su vivienda fue destruida durante la erupción del Volcán de Fuego el mes pasado.
Junto con sus dos hijas, su esposo y su hermana, se vio obligada a huir en el momento en el que los flujos de escombros y ceniza hirviendo comenzaron a invadir su comunidad, El Rodeo. Su suegra y su cuñado no pudieron escapar a tiempo.
Hoy, las únicas posesiones de la familia son un colchón y las dos bolsas de ropa.
De acuerdo con los informes más recientes de Naciones Unidas, el desastre afectó a aproximadamente 1.7 millones de personas. Más de 100 personas perdieron la vida y casi 200 están desaparecidas. En este momento existen alrededor de 3,600 personas viviendo en los albergues abiertos por el gobierno guatemalteco.
Atención psicosocial en albergues
Marta y su familia están refugiados en la Escuela Tipo Federación José Martí, el albergue más grande habilitado en respuesta a la emergencia. En él, UNFPA se encuentra ofreciendo atención psicosocial y otros servicios.
“Estas personas se encuentran en una situación muy difícil, no solo por lo que han vivido con la erupción del volcán y porque han muerto sus seres queridos, sino también porque algunos de ellos no podrán volver a sus hogares”, explica Verónica Simán, representante del UNFPA en Guatemala
Un equipo de atención psicosocial se encuentra ayudando a los residentes del albergue a hacer frente al desastre y el estrés provocado por el desplazamiento. También se les alienta a dar retroalimentación acerca del apoyo que han recibido, además de participar en las redes de albergues y de apoyo comunitario.
Mayores riesgos para las mujeres y las niñas
Las mujeres y las niñas desplazadas son particularmente vulnerables. La violencia por razón de género puede incrementarse en situaciones de crisis, ya que los sistemas de protección se resquebrajan y las tensiones aumentan.
En varios albergues se han reportado casos de violencia contra la mujer. Uno de ellos involucró un intento de violación de una niña de 11 años. El personal a cargo de los albergues también ha detectado problemas de violencia intrafamiliar
“Las personas enfrentan las emociones de dolor y duelo de distinta manera. En una sociedad como la nuestra, con una carga tan fuerte de machismo, se enseña a las mujeres a reaccionar con el llanto y a los hombres con los gritos”, afirma Yadira Monterroso, psicóloga de la organización Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial (ECAP).
“Una señora que atendimos tras un evento de violencia me decía: ‘No sé qué hacer, porque no puedo evitar llorar todo el tiempo y mi esposo se molesta conmigo por eso’”.
Mejorar la seguridad y la respuesta
UNFPA se encuentra trabajando con ECAP para prevenir y hacer frente a la violencia por razón de género. En colaboración con esta organización, se está capacitando al personal de los albergues y a diversos líderes comunitarios acerca de los riesgos que existen para las mujeres. También se trabaja con las personas desplazadas para sensibilizarlas acerca de la necesidad de poner fin a la violencia, cómo reconocerla y adónde acudir para obtener ayuda.
UNFPA y ECAP también se encuentran trabajando con los albergues para implementar mecanismos de respuesta.
Antes de la erupción ya existían algunas medidas de protección. UNFPA había estado trabajado con las autoridades en una serie de directrices para hacer frente a la violencia por razón de género en crisis humanitarias.
“Hemos estado trabajando con CONRED –la entidad encargada de la prevención de desastres en Guatemala– para posicionar este tema en los albergues”, afirma la Dra. Simán. “También hemos estado capacitando a prestadores de servicios de salud”.
Sin embargo, aún existen muchas actitudes profundamente enraizadas.
Todavía se tiende a culpar a las mujeres y las niñas por las agresiones de las que son víctimas. Y si bien es cierto que involucrar a las mujeres en la operación de los albergues permite que los servicios tengan un enfoque de género, en ocasiones los hombres intervienen.
“Aunque se nombre a mujeres como encargadas de algún área del albergue, acuden a sus esposos, como si ellos hubieran sido nombrados en vez de ellas”, comenta Yadira Monterroso.
Despliegue de clínicas móviles
UNFPA también se encuentra trabajando con el Ministerio de Salud para instalar clínicas móviles en los albergues. Estas unidades móviles comparten información sobre salud sexual y reproductiva, incluida planificación familiar, además de ofrecer servicios de atención prenatal a las mujeres embarazadas.
Estos servicios le han traído una gran tranquilidad a Marta Leiva.
Ella dice sentirse tranquila por su bebé, ya que el personal de la clínica móvil le ofrece atención constante.
Le comenta al UNFPA que espera que su familia sea trasladada a un lugar con más privacidad antes de que nazca su bebé.
Afirma que, eventualmente, su esposo podrá regresar a su trabajo como taxista, y también que es probable que en algunos años vuelvan a construir un nuevo hogar en un sitio seguro.
Una de sus hijas se acuesta en su regazo y le hace cosquillas en el vientre, y Marta ríe. “En medio de todo por lo menos nos tenemos a nosotros”, dice.
Texto: Rebecca Zerzan y Claudia Palacios. Fotos: UNFPA Guatemala / Carlos Sebastián.